viernes, 16 de mayo de 2014
On 17:50 by Unknown No comments
Necesité 3 cosas, y ninguna
de ellas tiene algo que ver con ser una atleta (en los hechos soy más del tipo
intelectualoide).
Estas 3 cosas (en orden secuencial … aunque se solapan) son:
1. Afinación y calibración de mi
mapa-corporal
2. Re-aprendizaje de las secuencias
de activación muscular.
3. Cambio de mentalidad.
Explico un poco
cada punto.
1. Afinación y calibración de mi
mapa-corporal
Antes de lograr este punto,
mis instructores de gimnasia, entrenadores deportivos, profes de educación
física, todos me daban un montón de indicaciones para corregir mi ejecución de
los movimientos. Y yo trataba de hacer todo lo que me decían, pero sin demasiado
éxito. Yo estaba convencida de que seguía las instrucciones al pie de la letra
(sin duda las tenía todas presentes) pero parecía que mi cuerpo no daba acuso
de recibo. Así que trataba más, me tensaba más, me esforzaba más… y acababa con
todo dolorido y contracturado y con el mismo desempeño mediocre. ¡Con razón me
frustré y mandé todo al cuerno!
Sin embargo, una vez que
aprendí a “hablar lenguaje psicofísico” finalmente pude coordinar a mi cuerpo y mi mente para que
ambas hiciesen lo que les pedía. Esto derivó en un mayor efectividad en mis
movimientos, y mucha más eficiencia en mi consumo de energía.
[Psssst…. Si querés empezar a armar tu
mapa-corporal, fijate los ejercicios que aparecen en estos posts: axila, cuello, pies.]
2. Re-aprendizaje de las secuencias
de activación muscular.
En otras palabras, necesité
aprender a mantener la estabilidad de mi torso mientras mis miembros se mueven,
de tal forma que mi movimiento refleje más a un chita que corre, con gran rango de movimiento articular,
y un torso flexible pero estable y fuerte, en vez de un zombie que camina. Una vez más todo ese cuestión de eficiencia,
usar los músculos correctos en las secuencias correctas, y para los propósitos
correctos. Esto es imposible de lograr sin tener primero una noción básica del
mapa-corporal. Y necesitás practicarlo y masterizarlo primero en movimientos de
baja intensidad con gran precisión, antes de intentarlo en movimientos de
potencia y velocidad.
3. Cambio de mentalidad.
Durante un entrenamiento de
alta intensidad te cansás. Tu mente empieza a jugarte malas pasadas, diciéndole
a tu cuerpo “te vas a morir si no parás ya”. En los hechos estás hecho de un material
mucho más resistente de lo que te imaginás. Si conocés el lenguaje que se
hablan cuerpo y mente podés re-orientar la conversación que están teniendo. El
cuerpo puede resistir mucho más si la mente deja de pasarle chimentos, y en vez
usa su energía para decirle al cuerpo cómo mantener la organización, cómo ser
más eficiente, cómo hacer menos de lo innecesario para hacer más de lo
necesario.
Amo los juegos mentales, los
juegos de percepción,
interactuar con los personajes internos. Así que, durante un entrenamiento de alta intensidad, me
pongo diferentes personajes, juego al “hacerlo como si fuese…” que aprendí en
mis épocas de teatro. Sos 3 en uno haciendo el ejercicio: tu cuerpo, tu mente y
tu atención y dirección conscientes. Asegurate que tu consciencia esté
manteniendo a tu mente y tu cuerpo en línea con tus objetivos recurriendo a la actitud y estado de ánimo apropiado para el momento. Jugá a ser alguien o algo diferente,
como cuando eras niño, convertite en caballo, chita, guerrero, lo que sea que
te ponga en el estado mental, corporal y emocional que querés, la actitud psicofísica correcta. Es divertido. Y es efectivo.
Y a ti… ¿Qué cosas te han hecho enamorarte de tu entrenamiento
físico? ¿Cómo mantenés tu organización psicofísica cuando las papas queman?
Contame. Soy curiosa.
Victoria
P.D. Si te interesaría probar los 3 pasos, contactame. Incluso si tenés dolores articulares (espalda,
hombros, caderas, rodillas), igual podés construir tu camino hacia esto.
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