viernes, 2 de mayo de 2014

On 9:38 by Unknown in ,    2 comments
¿Sabías que tus dolores de espalda, tus contracturas y tu mala postura son producto de tu desconocimiento de un idioma clave que se habla alrededor tuyo sin parar y que sin embargo no lo percibís por no conocerlo?
¿Qué darías por aprender a entender y hablar esa lengua?
Doy clases de inglés hace muchos años. Por lo general los que más vienen a clases son adolescentes que están, o bien tratando de no perder el curso en el colegio, o tratando de pasar un examen internacional. Estos chicos vienen a clases individuales de una hora semanalmente, a veces 2 o 3 veces por semana. A algunos ni siquiera les gusta el inglés demasiado. Y sin embargo entienden (o sus padres les han hecho entender) que, en el mundo que vivimos hoy, es necesario saber inglés.
Lo interesante es que vivimos inmersos en otro lenguaje del cual la mayoría no sabe nada: el lenguaje que se hablan nuestro cuerpo y nuestra mente. No es un lenguaje verbal; es un lenguaje de estímulos neuronales y respuestas fisiológicas, y que percibimos a través de sensaciones físicas y estados emocionales. Sin embargo, como nunca nos han enseñado la gramática de este lenguaje, nuestras interpretaciones del mismo, y nuestra capacidad de intervenir en esa comunicación para lograr ciertos resultados, son limitadas, cuando no equivocadas.
No saber hablar esta lengua es mucho más limitante para nuestro bienestar que no saber hablar cualquier otro idioma. Y, sin embargo, pocos saben que existe, y menos aún se toman el trabajo de aprenderla. El resultado son graves problemas de salud física (hernias, contracturas crónicas, desgaste de las articulaciones, etc.) y emocional/mental (estrés incontrolado, ansiedad, pánico escénico, etc.), y la infelicidad de no lograr el desempeño físico y mental que deseamos.
Necesitás aprender a escuchar y entender lo que se dicen tu cuerpo y tu mente, porque es esta conversación la que está organizando tu forma física (postura). Tu postura (el resultado de esta conversación en ese idioma que no conocés) tiene efectos sobre tu salud física y emocional, y sobre cómo te perciben los otros, o sea, en tus relaciones y vida social. Poder intervenir en la conversación conscientemente, para redirigir su diálogo hacia el resultado que tú querés, tendría que ser una prioridad en nuestra educación, tal como es aceptado hoy en día que necesitamos saber inglés para mejorar nuestras chances laborales y sociales.
 Si aceptamos que para corregir tu postura y mejorar tu desempeño físico necesitás aprender una nueva lengua (llamémosla lengua psicofísica), es entendible que esto no puede hacerse en una sola clase. Sin embargo, no necesitás eternos años de clases para poderte comunicar en un nivel básico. Como con toda lengua, es posible reconocer ciertas palabras y frases claves, y aprender a comunicarte con ellas para lograr el mínimo indispensable de interacción.
Es por eso que me gustaría enseñarte algunas de estas palabras y frases para que puedas empezar a entrar en diálogo con tu cuerpo. Tu mente ya está dialogando con tu cuerpo, pero lo hace en un nivel inconsciente para ti. Vamos a tratar de hacer algunas de estas comunicaciones más conscientes, para que veas qué le está indicando tu mente a algunos de tus músculos y decidas si quizás sea conveniente cambiar el tono o el tema de esa conversación.
Empecemos por los pies. ¿Qué te están diciendo tus pies?

Tus pies son la base de apoyo de todo tu cuerpo cuando estás parada, y de tus piernas cuando estás sentada. Son una estructura con un montón de huesitos (26) y músculitos (38), articulaciones (40) y tendones (más de 100). Con todas esas estructuras tus pies pueden hablar el “lenguaje psicofísico” con un amplísimo vocabulario.  Si les damos todo el espacio necesario, pueden adaptarse a todo tipo de terrenos y ayudarte así a mantener tu equilibrio. Sin embargo, tendemos a tenerlos apretados, comprimidos e inmovilizados dentro de calzados que no les permiten comunicarte todo lo que tienen para informar sobre dónde estás parada. Por lo general, sólo escuchamos la comunicación de nuestros pies cuando se ponen a gritar que están doloridos.
En el blog anterior te conté sobre la importancia de crearte un espacio y tiempo de práctica. Hacer a consciencia un poquito de auto-observación todos los días es el equivalente a estudiar la gramática de este lenguaje psicofísico. Cuanto más consciente te volvés del lenguaje de sensaciones en el que hablan tu cuerpo y tu mente, más vas a poder percibirlo en tu vida diaria. Y cuando empieces a escuchar esas conversaciones y entenderlas, podrás unirte al diálogo y evitar así sólo enterarte de los temas cuando ya son un problema de salud.
Así que esta semana te invito a re-conectarte con tus pies. Te paso un par de ejercicios para irlos descubriendo. Conviene hacerlos descalza, así que aprovechá a practicarlos mientras te duchás.
1.     Tendemos a tener las plantas de los pies tensas y esto genera tensión en toda la musculatura posterior de las piernas. Para aflojar tus pies pensá en el espacio que hay entre los dedos e imaginate que corre agua tibia entre cada uno. Ahora bien, tus dedos de los pies son mucho más largos de lo que te imaginás. Aunque están cubiertas por piel, haciéndolos parecer una masa única, tus dedos nacen aproximadamente en la mitad de tu pie. Necesitan el espacio entre cada uno para moverse con libertad y poderse adaptar a las diferentes superficies y así equilibrarte.

2.     Cuando estás parada el peso de tu cuerpo debería repartirse equitativamente entre 3 puntos clave de tus pies: el talón, la base del dedo gordo y la base del dedo chico. Es como estar parada sobre un trípode, o un banco de tres patas. Fijate cuáles de esos puntos tendés a favorecer, y cuál pie tendés a favorecer en general. Jugá pasando el peso por esos tres puntos y notando el efecto que tiene sobre tu postura, la cantidad de tensión muscular que tenés que hacer en tus piernas y espalda baja para no caerte.

3.     Unamos ahora el ejercicio 1 y 2. Relajá las plantas de tus pies, recordando el espacio entre tus dedos, y sentí el apoyo disribuirse entre los 3 puntos clave: centro del talón, base del dedo gordo y base del dedo chico. Imaginate que en estos tres puntos tenés ventosas que se adhieren al suelo conectándote con la tierra. Mové los deditos abriéndolos y cerrándolos manteniendo suave la planta del pie y los 3 puntos clave apoyados.

Practicá estos ejercicios esta semana y contame luego qué descubriste sobre las conversaciones de tus pies.
Nos vemos la próxima con más lecciones de gramática y vocabulario del lenguaje psicofísico ;)
Victoria
P.D. La profesora de Técnica Alexander Angela Bradshaw acaba de publicar un excelente libro sobre cómo recuperar el equilibrio cuerpo-mente y liberar tensiones, con un montón de ejercicios e ideas fácilmente aplicables. El libro está en inglés y se llama "Be In Balance: A Simple Introduction to The Alexander Technique". Es la perfecta introducción a los conceptos de la Técnica Alexander para quienes les interese explorarla. Lo pueden conseguir por Amazon.com en este link.


2 comentarios:

  1. Excelente Victoria!
    A partir de una invitación a Talleres tuyos que me pasó Nuria, me leí al hilo, más de 6 artículos de tu blog. Realmente excelentes están escritos con una claridad meridiana, GRACIAS! Por trasmitir tan abiertamente tus aprendizajes!
    Rita Poggi

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