viernes, 9 de mayo de 2014
La semana pasada escribí sobre la importancia para nuestra salud de aprender el lenguaje que se hablan cuerpo y mente.
Sin embargo olvidé mencionar un dato importantísimo: cuando nos disponemos a aprender algo nuevo y totalmente ajeno a nosotros, necesitamos estar con una actitud abierta, de escucha con todo el cuerpo y la mente, sin pelearnos de antemano con lo que escuchamos. Quizás entendamos muy poco al principio, quizás algunas cosas que aprendamos sean tan diferentes a cómo las vivimos hasta ese momento que al principio las rechacemos instintivamente. Pero vale darse tiempo para escuchar, para aceptar que no entendemos todo, que algunas cosas se aclararán con el tiempo, y que puedo abrirme a la experiencia de a poco y hasta donde yo pueda manejar el nuevo estímulo.
Te cuento un ejemplo de mi semana pasada que ilustra esto bastante bien.
El martes pasado fui a una clase de CrossFit. Confieso que estaba con miedo. Hace años que no hago ningún tipo de ejercicio físico que no incluya la palabra “consciencia” en su descripción. Pero me han recomendado construir masa muscular para lograr un mejor enraizamiento, resistencia y fuerza de carácter. Si aceptamos la idea de la unión psicofísica, esto tiene sentido: tengo una constitución un poco etérea, con una tendencia a “volarme” a planos de abstracción mental. Digamos que “hacer tierra” no me viene nada mal; y aunque hago Pilates 4 veces por semana y tengo muy buen tono muscular, la filosofía y actitud detrás del Pilates es precisión, cuidado y consciencia… y lo que a mí me recomendaron es un poco de sangre, sudor y lágrimas.
Así que allí estuve en el Box el martes a las 9am, muerta de nervios y semi-convencida que no iba a aguantar ni 20 minutos. Pero fui abierta a escuchar; dispuesta a cuidarme a mí misma ante todo, pero igualmente abierta a experimentar el sistema sin juzgarlo negativamente de antemano. El entrenamiento es de tipo “militar” y encarado y dirigido desde esa mentalidad. Para realmente entrar en la experiencia y sostener la demanda sobre cuerpo y mente, tenía que entrar en el espíritu de la cosa e ir a ese lugar mío que tiene algo de guerrera y que avala lo que estaba escrito (literalmente) en la pared: “no parás cuando te cansás, parás cuando terminás”.
¿Qué tiene que ver todo esto con lo que veníamos hablando la semana pasada sobre aprender propiocepción y lenguaje psicofísico?
Mucho. Te enumero lo más importante.
Para realmente aprender un nuevo lenguaje es necesario:
1) Interiorizarse también con la cultura de la que es parte: Sólo así podremos entender las sutilezas del lenguaje, y entrar en cuerpo y mente en el estado anímico que produce. El lenguaje que se hablan tu cuerpo y tu mente tiene su cultura también: está basado en la homeostasis, en el equilibrio dinámico entre fuerzas opuestas, entre estímulos y reacciones automáticas. Para realmente comprenderlo y llegar a hablarlo hay que entenderlo dentro de esta cultura.
2) Saber escuchar, ver, sentir a los “nativos”, o sea percibirlos en su totalidad: Sólo así podremos realmente entender la actitud psicofísica (de cuerpo, mente y alma) que se requiere para vivir la experiencia como un “nativo”. El lenguaje que se hablan tu cuerpo y tu mente tiene sus ritmos, su vocabulario, sus tiempos y cadencias, su entonación: está basado en ese juego de equilibrios y para percibirlo tenemos que abrirnos a percibir el juego de reajustes y entrar en esa actitud de escucha abierta.
3) Estar abierto a la experiencia, sin creer que porque sabemos otros lenguajes, o porque somos expertos en gramática y lingüística, lo sabemos todo sobre todos los lenguajes: Cada lenguaje tiene su sabiduría, que sólo se puede conocer y adquirir si nos permitimos vivir la experiencia plenamente, sin pre-conceptos de cómo “deberían” ser las cosas. Claro que saber de gramática y lingüística ayuda a aprender más rápido, a entender la estructura subyacente de la nueva lengua, pero no nos hace fluidos en el habla.
Por ejemplo en mi caso, gracias a mi estudio de la Técnica Alexander, mi estudio y entrenamiento en Pilates, y mi fascinación por la anatomía, los procesos mentales y la interacción cuerpo-cerebro (neurociencia) cuento con cierto conocimiento de la lingüística del lenguaje psicofísico. Sin embargo eso no me hace una experta en todas las disciplinas corporales; tengo una ventaja a la hora de aprender, pero igual tengo que estar dispuesta a aprender.
Esta es la actitud con la que deberías acercarte al descubrimiento del lenguaje que hablan tu cuerpo y tu mente: dispuesto a dejarte sorprender por lo que descubras, tratando de no dar por sabido lo que aún no has experimentado en todas sus facetas, dándote tiempo para descubrir las cosas, probarlas, vivirlas.
La seguimos la próxima.
Victoria
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