viernes, 23 de mayo de 2014

On 19:12 by Unknown in    No comments
photo by Anja Osenberg

Solía odiar hacer ejercicio físico. Odiarlo mismo. Cada ida al gimnasio o salida a correr me dejaba dura, dolorida, o me hacía sentir una piltrafa porque no podía ejecutar ni la mitad de los movimientos que se planteaban en clase, mientras que la persona al lado mío hacía toda la rutina sin ni siquiera empezar a sudar. El resultado fue que abandoné el gimnasio y le di la espalda a cualquier cosa o persona que me recordase a una clase de educación física.
Hoy en día, todo eso dio un giro de 180 grados. Ahora me encuentro yendo al gimnasio 4 veces por semana, donde con gusto corro, salto, hago sentadillas, abdominales, push-ups, pull-ups y todo tipo de ejercicios que antes aborrecía.
¿Qué produjo ese cambio en mí? Volverme bastante fluida en el lenguaje psicofísico.
Una de las claves para disfrutar una rutina de ejercicio es poder disfrutar con la ejecución de cada uno de los movimientos que son parte integral de ella.
Obvio que nadie “disfruta” de hacer 3 sets de 10 burpees (sentadilla-plancha-sentadilla-salto) al final de un entrenamiento de una hora. Pero contar con buena mecánica corporal puede significarte toda la diferencia entre odiar a tu entrenador o tomártelo todo como parte de lo que tiene que hacerse para completar la rutina de ese día.
Una buena mecánica-corporal es algo que la mayoría de las personas han ido perdiendo durante el transcurso de sus vidas. En algún punto se te colaron sin que te des cuenta ideas bizarras sobre cómo funciona tu cuerpo y dónde se unen las diferentes partes de tu cuerpo, con el efecto devastador de que te movés gastando muchísima más energía que la necesaria, y usando músculos que no fueron diseñados para ciertas tareas que les exigís. No es para sorprenderse entonces que termines un entrenamiento todo duro y exhausto. Lo peor es que las lesiones por desgaste están a un solo paso de distancia de un mal uso-corporal.
Cualquier entrenador que conoce su trabajo va a estar chequeando siempre que estés ejecutando los movimientos de la forma más eficiente; y si te agarra destartalado, te va a dar consignas para que corrijas la técnica. El problema es que esto no quiere decir que necesariamentetú puedas poner en acción las acertadas consignas de tu entrenador. Si tu percepción de dónde se localizan tus articulaciones en tu mapa-corporal está un poco (o muy) fuera de foco, vas a encontrarte con muchísima frustración tratando de corregir movimientos.
Una mala mecánica-corporal se vuelve más evidente una vez que empezás a fatigarte. Estás en la tercera ronda del circuito de funcional y de repente te das cuenta que tu hombro y brazo derecho no están respondiendo tan bien como tus izquierdos, haciendo que dependas demasiado y sobre-utilices el lado izquierdo. O quizás estás en el abdominal número 30 de la 4ta ronda y te das cuenta que tu previamente-simétrica elevación de torso se ha convertido en un asunto francamente torsido: estás rotando hacia arriba en vez de elevándote con hombros paralelos.
Esta asimetría, aparentemente trivial, no hubiese quedado tan en evidencia si no hubieses llevado tus recursos al límite. Quizás nunca te habías dado cuenta que favorecías más un lado que el otro, estabas hasta ahora feliz e inconscientemente compensando muscularmente tu torcedumbre. Resulta tentador pensar que lo único que necesitás hacer es “fortalecer” los músculos del lado más débil. Sin embargo, por más “lógico” que parezca este razonamiento, no la cosa no es tan así. La asimetría, o torsión, que se vuelve evidente cuando llevás tus recursos al límite, no es algo que aparece mágicamente en ese momento, es algo que estuvo desde siempre allí, es la forma que habitualmente activás tus patrones musculares para ese movimiento en particular.
Entonces, si fortalecer tu  lado debil no es la solución, ¿cuál es?
Tenés que descubrir si tenés un problema de fase 1, 2 o 3.
Los patrones de movimiento se aprenden e integran en 3 fases, siguiendo el protocolo neurológico estándar de formación de hábitos. Por lo tanto, corregir la mecánica-corporal, es en verdad un tema de re-entrenar tus hábitos.

FASE UNO = ENTRENAMIENTO DE LA PERCEPCIÓN
La primera etapa se trata de la volverte consciente y cognoscente.
Hay 4 cosas básicas que tenés que aprender a (re)conocer:
1) La mecánica de lo que querés hacer (ej. Qué es lo que requiere la ejecución de una sentadilla correcta);
2) Qué es lo que tú en los hechos estás haciendo (ej. Qué es lo que tú en verdad hacés con tu cuerpo cuando ejecutás una sentadilla)
3) En qué maneras difieren lo que tú querés hacer y lo que tú en verdad estás haciendo;
4) Lo que necesitás (re)aprender para acercarte a tu objetivo.
A veces es difícil poder ver todo esto por ti mismo (no podemos ver lo que no conocemos). Así que una buena idea es conseguirte un poco de ayuda externa. Personalmente, lo que yo hago es ir a un profesor de Técnica Alexander u otro especialista del movimiento que tenga un muy buen ojo para los patrones  de movimiento, y que me pueda decir qué estoy haciendo físicamente que se manifiesta en estas secuencias incorrectas de activación muscular. Tal profesor también me ayuda a darme cuenta qué ideas incorrectas tengo sobre mi propio cuerpo y su  mecánica, y también qué estado de ánimo es concomitante con este estado de situación.
La fase uno se centra en el acto de reconocimiento, en aprender a percibir aquello sobre lo que era ciego antes.  Es un mapeado-corporal básico, un reconocimiento de las secuencias de activación muscular habituales, un darse cuenta de las discrepancias entre mi percepción de la realidad y lo que realmente está ocurriendo.
Durante esta etapa estás estableciendo nuevos caminos neurológicos.

FASE DOS = ENTRENAMIENTO MENTAL
La segunda etapa es la aplicación consciente y dirigida.
Cada vez que te enfrentás a un estímulo para la acción (ej. “¡sentadillas!”) tenés que practicar NO reaccionar automáticamente haciendo la acción de la forma vieja (esto es mucho más difícil de lo que parece, creeme), y en vez hacerlo de la nueva manera.
La sengunda fase se trata de lograr ser capaz de desactivar conscientemente la secuencia que te generaba la mala ejecución del movimiento, y conscientemente elegir la nueva secuencia de activación, TODAS Y CADA UNA DE LA VECES que te enfrentás al estímulo para la acción. Esto requiere de ATENCIÓN & PENSAMIENTO, necesitás FOCO & PRECISIÓN.
Durante esta etapa estás fortaleciendo los nuevos caminos neurológicos que estableciste durante la etapa uno.

FASE TRES = ENTRENAMIENTO EN LA VIDA-REAL
La tercera estapa se trata de usar tus nuevos conocimientos en situaciones de la vida real y física.
La fase tres es el momento en el que probás tu recientemente integrado patrón de movimiento en la vida real, en situaciones en las que no podés pensar demasiado, situaciones que te piden velocidad y potencia. Es durante este tipo de entrenamiento que podés definir qué tan automática y natural se te ha vuelto la nueva respuesta.
Luego de un tiempo en esta etapa te vas a empezar a encontrar con aparentemente nuevas (pero en realidad muy Viejas) fallas en tu mecánica. Patrones que solían estar escondidos bajo las viejas compensaciones musculares vas a emerger a la superficie. Pero esta vez estarás preparado: no tratarás de lidiar con ella haciendo más repeticiones de lo mismo; ahora ya sabés que el truco está en volver a las bases.
Cuando llegaste a este punto, tu rutina de ejercicio físico ya no es sólo un placer, es también una ciencia. Ahora no sólo sos más fuerte, rápido, magro, en forma, y sano; también sos MAS INTELIGENTE.
Así que si estás trancado en tu progreso físico, si hacer ejercicio ya no te está resultando un placer, si te causa dolor, o si simplemente no lográs romper tus barreras… entonces quizás debas volver a FASE UNO, y construirte una base más firme para lograr manifestar todo tu potencial.
Esto es todo por hoy. Nos vemos la semana próxima.
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Si te interesa mejorar tu desempeño en el movimiento y disfrutar más del ejercicio físico, entonces chequeá de qué se trata mi trabajo o contactame por clases.

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