jueves, 18 de diciembre de 2014
On 14:51 by Unknown in Aprender a hacer, Crear Espacio, El Uso de Sí Mismo, Principios, Técnica Alexander No comments
La Técnica Alexander se concierne primero con aclarar tu pensamiento para que puedas moverte
en la dirección que deseás, y no en la dirección que tu hábito inconsciente te
llevaría.
Por eso, antes de moverte, haces una micro pausa para
recordarte soltar tus patrones de tensión habitual. Y luego de la pausa es
cuestión de comprometerte con la nueva dirección.
En última instancia, una dirección es un movimiento de
un punto A un punto B. Pero, en la Técnica Alexander, nos interesa sobre todo cómo atravesamos esa distancia.
En términos corporales, ese “cómo” está determinado por un
“movimiento primario” que viene antes de cualquier paso que tomemos en
dirección al punto B. Este “movimiento primario”, que tiene
su manifestación física en la relación dinámica entre
cabeza-columna-costillas-cinturas-miembros, es controlado por dos aspectos
“mentales.”
El primer aspecto “mental” es la conciencia corporal (mapa
corporal). Durante las clases de Técnica Alexander intentamos afinar nuestra
apreciación sensorial de las partes de nuestro cuerpo y su relación
entre sí y con el todo.
El segundo, y más importante, aspecto mental es quizás
particular a la Técnica Alexander.
Habiendo determinado “cómo” queremos viajar de A a B, la
Técnica Alexander se centra en asegurarse que comencemos y continuemos
moviéndonos en esa dirección en las
condiciones que nos establecimos.
Lo que seguro no queremos es que nuestros patrones de tensión habitual nos
asalten en el momento que entramos en acción y deshagan nuestro “movimiento primario.”
Hay infinitas formas de viajar de A a B. El
“movimiento primario” se asegura que lo hagamos de tal manera que no
interfiramos con los reflejos posturales naturales. Alexander lo llamaba
“alargar (y ensanchar) la estatura” que es algo así como decir “descomprimir
las articulaciones para el movimiento” o “crear espacio para que el movimiento
ocurra.”
jueves, 11 de diciembre de 2014
On 9:52 by Unknown in Aprender a hacer, Dirección, El Uso de Sí Mismo, Hábitos, Principios, Técnica Alexander No comments
Dos de los beneficios
principales de la Técnica Alexander son mejoras en salud
y postura. Sin embargo, estos beneficios no son exclusivos de la
Técnica.
El objetivo de la
Técnica Alexander puede describirse como “lograr ligereza
y libertad de movimiento con el mínimo esfuerzo.” Pero aquí tampoco
tiene monopolio la Técnica Alexander.
Lo que distingue a la Técnica Alexander
de otras disciplinas mente-cuerpo no es el resultado final, sino el énfasis que
se pone en cómo llegamos a ese resultado.
La clave está en el PROCESO DE PENSAMIENTO que se utiliza.
Aunque en las clases de Técnica Alexander aprendes
ciertos aspectos anatómicos y fisiológicos del movimiento, estos conocimientos
no son el verdadero corazón del trabajo. En la
Técnica Alexander, cuando pensamos en las estructuras que moveremos, nos
interesa más la claridad de pensamiento y
la intención detrás del movimiento que el movimiento en sí.
El proceso de aprendizaje en la Técnica Alexander se
centra en clarificar
el proceso de pensamiento que lleva al movimiento. Alexander lo
llamaba “agilizar la mente consciente.” Trabajamos con las capacidades mentales
de razonamiento, discriminación, creatividad y decisión.
Cuando nuestros cuerpos no responden a nuestros deseos conscientes no siempre se debe a un
impedimento estructural, sino a que tenemos deseos
inconscientes que están en conflicto con nuestros deseos conscientes. Estos
“deseos inconscientes” se manifiestan en patrones de tensión muscular.
No nos damos cuenta de esto porque nuestros deseos inconscientes
han estado allí tanto tiempo que ya se han vuelto parte de nuestra “definición
personal.” Para ir en una nueva dirección
consciente tenemos que primero reconocer la dirección en las que ya estamos
yendo inconscientemente… y soltar ese deseo.
De esto se trata la Técnica Alexander: Si deseas ir a
la izquierda, primero debes parar para recordarte soltar tu hábito de siempre
ir a la derecha. Porque si te mandas para la izquierda sin pensar, o sea, sin “inhibir”
tu tendencia de ir a la derecha, acabarás sin ir en ninguna dirección completa
o satisfactoriamente.
jueves, 4 de diciembre de 2014
La mayoría de los deportes y artes tienen una “postura
ideal” para practicarlos. Los libros y artículos sobre ellos te la describen, y
te recomiendan ejercicios musculares que te ayudarían a alcanzarla.
Pero, si identificar visualmente lo que necesitás cambiar y hacer
ejercicios musculares para corregir las desviaciones fuese suficiente, andaríamos
todos derechitos y no habría nadie con dolor de espalda.
Este encare visual y muscular de la postura presenta 3 problemas.
Primero, se asume que quien recibe la instrucción conoce su propio
cuerpo (tiene un mapa corporal claro) y puede adoptar la postura
recomendada sin tensionarse.
Segundo, se asume que quien instruye y quien recibe la instrucción
interpretan sensorialmente los conceptos de la misma manera. Sin
embargo, todos tenemos diferentes definiciones conceptuales y sensoriales de las
distintas partes de nuestros cuerpos (“el cuello” para mí y para ti no son
necesariamente la misma cosa).
Tercero, se asume que tenemos que “trabajar los
músculos posturales” con ejercicios específicos, de lo contrario iremos “en
franco declive” con la gravedad y los años.*
Esta visión no reconoce que es nuestra herencia como
homo sapiens sapiens estar erguidos sin esfuerzo desmedido, siempre
y cuando no interfiramos con el diseño.
Si aceptamos en vez que la naturaleza nos diseñó bípedos
y erguidos,
no deberíamos “aprender” a pararnos derechos. Deberíamos “des-aprender” a
pararnos torcidos.
Como homo sapiens sapiens somos herederos de un
“software” básico para estar de pie y derechos. Este “software” es un conjunto de reflejos que
vamos integrando, con mayor o menor éxito, durante nuestro desarrollo. Pero el
software lo tenemos todos; quizás lo que necesitamos es un poco de
re-programación.
La mejor
manera de trabajar sobre tu postura es primero reconocer qué debes “dejar de
hacer”.
Hay que ir a las causas profundas, a lo que “no se
ve”. El
auto-conocimiento es la base de la buena postura.
* No quiero decir con esto que no se debería hacer
ejercicio para corregir las debilidades musculares que acompañan la mala
postura y la falta de movilidad articular. Lo que propongo es que se trabaje
esta musculatura en función y tomando al cuerpo como un ‘todo’ integrado.
Debemos ser conscientes del equilibrio del cuerpo entero durante el movimiento.
viernes, 28 de noviembre de 2014
A veces yo también quiero soluciones rápidas,
soluciones YA.
El problema es que las soluciones “express” son de corta duración;
son una máscara del problema y no una verdadera
solución.
Con los problemas posturales y sus “soluciones” rápidas
pasa lo mismo.
La
postura está a la base de todas las disciplinas. Todo deporte o actividad que practiques tiene una
“forma” o “postura” ideal para realizarla con el menor desgaste y la mayor
eficiencia.
Pero decir: “una buena postura es aquella en la que de
perfil, oreja, hombro, cadera y tobillo están alineados,” es dar la descripción
visual de un resultado. Esta descripción no incluye los pasos de organización
interna que resultan en ese resultado externo.
Las recomendaciones posturales de cada disciplina
tienen su razón de ser. El problema es que nosotros, que no conocemos nuestros
propios cuerpos, nos
forzamos dentro de estas formas recomendadas usando la fuerza muscular.
Acabamos habituando la forma pero también la tensión del esfuerzo.
¡Cuánto mejor sería adoptar las “posturas” con
libertad y poder salir de ellas con la misma libertad!
Pero… ¿cómo?
La Técnica Alexander es una “pre-técnica”, o sea está
a la base de todas las otras disciplinas. La Técnica
Alexander te enseña a organizar tu cuerpo de tal manera que puedas adoptar con total naturalidad cualquiera de las
“posturas” o “formas” recomendadas para cada disciplina.
De hecho, con el trabajo en la Técnica Alexander tu concepto de “postura” cambia. Pasa de ser algo “fijo”
a ser algo móvil
y dinámico.
Pasa de ser algo que se impone desde afuera en base a
“cómo se debería ver”, aunque a costas de esfuerzo muscular, a ser algo que
surge desde adentro en base a “cómo se percibe el equilibrio del esqueleto” y guiado por un pensamiento claro que libera los músculos y
descomprime las articulaciones.
domingo, 23 de noviembre de 2014
Hay
pocas cosas tan fáciles como focalizarse en ‘lo que falta’ o ‘lo que salió mal’.
Lo que no es nada fácil, lo que debe aprenderse y entrenarse, es notar ‘lo que
sí se hizo’ y ‘lo que salió bien’.
Existen
razones neurológicas evolutivas por las que, como seres que por mucho tiempo
fuimos parte de la cena de otros carnívoros, estamos predispuestos a prestarle
más atención a los posibles peligros que a las bendiciones presentes.
Es
por eso que tenemos que entrenar nuestra capacidad de ‘ver también la mitad del
vaso lleno’. Esto no quiere decir ignorar que la mitad vacía. Lo que intentamos
es poder ver todo el vaso, con sus
dos mitades.
Por
ejemplo, estoy empezando a correr. Mi objetivo es salir al menos 3 veces por
semana y correr como mínimo 5km. Tengo todo un plan con entrenamientos en
velocidad, en resistencia, en potencia.
La
verdad es que no siempre lo cumplo, y sería muy fácil recriminarme el no haber
cumplido con mi plan esta semana, y focalizarme sólo en eso.
Pero
sabiendo lo fácil que es ver sólo el medio vaso vacío, hice un esfuerzo por
también mirar la mitad llena. En esa mitad me encontré con que: salí 3 veces a
correr (2 de ellas a las 6.30am), las 3 veces corrí 5km, una vez hice
velocidad. La última vez salí con mi hermana, caminamos 2.5k charlando,
corrimos 2.5k, y lo mejor es que disfruté de compartir un rato juntas.
Es
cierto que no cumplí mi plan y quizás eso retrase el lograr mi objetivo final
(mi medio vaso vacío). Pero ¡cómo disfruté de llenar la otra mitad del vaso! Y
eso vale también.
¿Qué
vaso que estás tratando de llenar hoy? Seguramente sabés todo lo que te falta
para poder llenarlo. No abandones tu objetivo. Pero si te encontrás que de
tanto mirar la mitad vacía te empezás a desesperanzar, te invito a mirar
también la mitad llena y celebrar cada gota que sumó su esfuerzo para traerte
hasta acá.
domingo, 16 de noviembre de 2014
Ayer
dimos un taller con mi pareja Eduardo
sobre el Misterio de Parar y Enraizar en el Cuerpo. Fue la culminación de un trabajo de varios meses, de idas
y venidas, de largas discusiones del tema y largas sesiones de práctica.
Finalmente
lo logramos, y para la tarde del sábado ya estaba todo terminado.
Lleva
un tiempo llegar al reposo luego de un impulso. La inercia continúa un rato. Es
un momento que tenemos que tomar a conciencia. Hay que parar conscientemente,
dejar que se aquieten las aguas, y saborear ese dulce espacio en el que no se
hace nada por un rato. Un espacio regenerativo.
No
es fácil parar y saborear. La inercia del impulso anterior me hace creer que
tengo que planificar más cosas, hacer más cosas, evaluar el proceso y tomar
nuevas decisiones.
Ya
habrá tiempo para eso… mañana. Hoy descanso. Hoy no hago nada. Hoy disfruto de
lo logrado. Hoy no me fijo en lo que podría haber estado mejor, lo que se puede
corregir, todo el camino que queda por recorrer. Ya habrá tiempo para eso…
mañana.
Es
tan difícil a veces parar y darnos permiso para simplemente disfrutar de lo
logrado. Siempre estamos fijándonos qué faltó, que no fue perfecto, qué todavía
queda por corregir.
Siempre
habrá algo por hacer. Cada nuevo logro abre las puertas a un nuevo camino, a un
nuevo proceso. Al llegar a la cima de un cerro nos encontramos que el camino
sigue, que hay que bajar este cerro y subir al siguiente.
Pero
disfrutar el camino implica saborear no solo del esfuerzo de subir al cerro, esos
momentos en los que sentimos que “estamos haciendo algo productivo”. Caminar el
camino implica también aprender a saborear los descansos, esos momentos en los
que “no hacemos nada” más que disfrutar la vista de lo ya caminado.
Así
que hoy… hoy descanso. Hoy disfruto. Hoy agradezco haber logrado.
Victoria
domingo, 9 de noviembre de 2014
On 16:12 by Unknown in Proceso No comments
Hoy
corrí mi primera 5K. No corría en una carrera desde la adolescencia.
No
hice carrara… corrí, simplemente, a mi tranco, a mi manera, en mi mundo.
Siendo
de naturaleza competitiva y auto-exigente, haber logrado correr para mi propio
disfrute es todo un logro.
Todo
comenzó hace un mes cuando mi hermana se anotó para correr una 5K y comenzó a
entrenar. Algo en su forma me inspiró. Mi hermana no parece correr para ganarle
a nadie.
Así
que comencé yo también. Despacio. Tranquila. A mi tranco. Sin pretender ser la
próxima maratonista olímpica.
A
veces se me cuela el bichito competitivo; ese que te dice al oído: entrená más,
bajá tu tiempo, si vas a correr que valga la pena.
Entonces
paro.
No
tengo que “ser alguien”, no tengo que ganar nada ni probarle nada a nadie. Correr
simplemente me hace bien, a mí, a mi cuerpo, a mi psique.
Ese
bichito no es más que un hábito de pensamiento, un hábito de mi forma de ser. Por
eso, cuando reconozco que se me coló por la puerta de atrás, lo trato como a
todo hábito.
Paro.
Lo saludo. Y lo dejo seguir su camino. Vuelvo a mi cuerpo, a mi respiración, a
mi organización. Recuerdo mi propósito.
Hoy
mi propósito era correr, escuchando mi cuerpo, reuniendo mis pensamientos,
siguiendo mi respiración. Sólo eso importaba. Todo lo otro lo podía dejar atrás
o dejar pasar, como a las otras corredoras.
Vuelvo
a mi, a la maravilla de poder correr, a la sensación del movimiento. Vuelvo al
presente.
Esto
es todo.
Victoria
sábado, 1 de noviembre de 2014
Hola.
Acá estoy.
No
estaba segura si estar acá hoy. Estaba aburrida y sin ninguna inspiración. ¿Qué
podría ofrecerte hoy de valor?
Pero
la Vida se trata de estar presentes, incluso
(y quizás especialmente) cuando no todo es fuegos artificiales.
Algunas cosas se construyen un pasito a la vez. A veces es
el mismo pasito una y otra vez.
Cambiar hábitos funciona así. No es algo instantáneo. Es
algo que se contruye diciéndole no a
lo viejo y diciéndole sí a lo nuevo,
una y otra y otra vez.
Y
todo comienza con presentarse al trabajo que tenemos enfrente. Incluso si
aparentemente no tenemos éxito. Incluso si parece que el hábito gana la mayoría
de las pulseadas.
Igual te presentás, porque al presentarte el hábito no ganó por default.
Al presentarte, has ejercido tu poder de elección.
Si te presentás, cualquier cosa puede ocurrir. Cualquier
cosa incluye lo habitual, claro. Pero también incluye todas las otras
posibilidades, que ganan fuerza con cada vez que te presentás.
Así
que si estás pensando en darte por vencido, si estás demasiado aburrido,
cansado, o deprimido para que algo te importe ya… presentate igual. Simplemente ESTATE ahí, ABIERTO a lo que vaya a ocurrir.
Por
eso estoy yo hoy aquí. Sin expectativas. Simplemente aquí… para mí… y para ti…
Victoria
viernes, 24 de octubre de 2014
On 14:17 by Unknown in Aprender a hacer, Auto Observación, Crear Espacio, Mapa Corporal, Principios No comments
Un blog sobre la
importancia de darte espacio
Hola. ¡Qué bueno que estás
por aquí!
Hoy, arranco con un nuevo ciclo de blogs en el que
pretendo elaborar sobre los 6 principios desde los que trabajo.
Por eso, para honrar el nuevo comienzo, tomémonos un
minuto para centrarnos y volver al presente. Con ojos cerrados hagamos una
respiración lenta y profunda.
El propósito de hoy es
justamente hablar sobre este acto de centrarse y volver a uno. Me gustaría
comunicarte lo integrador y poderoso que es este simple acto de volver al
cuerpo antes de lanzarte a la acción.
Hablaremos por eso del Principio de Contexto y Contenido.
Y como vamos a estar
hablando de volver al cuerpo, está bueno empezar por sentirlo un poco.
Te invito a que nos
desperecemos, estirándonos y moviendo las articulaciones, quizás hasta bostezando.
Lo que sea que te haga sentir la presencia física de ese fabuloso contenedor
que es tu cuerpo.
Primero la teoría.
Principio de Contexto y
Contenido:
El contexto determina la experiencia del contenido.
Esto significa que cómo hacemos algo
influye directamente sobre cómo lo vivimos. En
otras palabras, las condiciones en las que
realizamos una acción son importantes para nuestra
opinión de la misma.
El contexto en términos de nuestro cuerpo-mente está determinado por el
espacio.
Es diferente la experiencia de
realizar un movimiento corporal con espacio en las articulaciones, que
realizarlo desde un estado de compresión y colapso.
Es diferente la experiencia de
tomar una decisión cuando nos damos espacio, que cuando tenemos que hacerlo a
las apuradas.
Es diferente la experiencia
emocional de viajar en un ascensor solo o con una persona amiga, que hacerlo
con un desconocido.
Cuidar el contexto no implica
olvidarse del contenido, sino darle las mejores condiciones para que este se
manifieste.
El contenido (los fines) es la
razón por la que hacemos algo. Si vas a una charla de un tema que te interesa,
vas por la información que allí se brindará. Para aprovechar al máximo ese
contenido, conocete, sabé lo que te hace bien y te da satisfacción, y cuidá tu
contexto. Cuidar el contexto es lo mejor que podemos hacer por nuestros fines
concretos.
Organizar tu contexto es el paso previo a toda acción.
Primero nos organizamos
interna y externamente, luego accionamos sobre el mundo. Ciertas personas nacen
con una organización interna natural, nada los estresa ni abruma. Si, como yo,
no te contás dentro de esos afortunados, pero igual deseás poder disfrutar de
la vida, aprender a coordinar e integrar el funcionamiento de tu cuerpo-mente
tendría que ser una prioridad.
Suficiente teoría, pasemos a
unas prácticas.
Pero antes, ¿qué tal si nos
movemos un poco?
Entrecruzá los dedos de las
manos, rotá las palmas hacia afuera y estirá los brazos hacia adelante y hacia
arriba. Soltá los dedos y bajá los brazos dibujando un semicírculo a tus
costados. Cerrá los ojos y sacudí los brazos y los hombros.
Excelente. Sigamos.
La práctica de hoy tiene 2
componentes:
1.
Crearme un Espacio Seguro.
2.
Parar y Recordarme.
1.
Crearme un Espacio Seguro.
a)
Espacio físico:
El lugar dónde realizamos nuestras actividades es
importante para nuestra comodidad, seguridad y libertad. Todos nuestros
sentidos están involucrados.
- Mirá alrededor tuyo y
fijate si lo que ves te da tranquilidad. ¿Qué tal los sonidos? ¿Y las
sensaciones físicas? ¿Olores? ¿Compañía? Ajustá lo que necesites para estar
cómodo.
b)
Espacio corporal y mental:
Conocernos física y
mentalmente es importante.
Tu piel, tus músculos, tus huesos, tus órganos, todos ellos te
dan consistencia, límites y soporte, y llenan tus espacios internos. Aprendé a
percibirlos con algunas de las siguientes ideas:
- Sentí la piel
acariciándola en toda sus extensión, dándote una ducha, un baño de inmersión, o
dejando que el viento la recorra.
- Mirá unas láminas de
anatomía, donde puedas ver los huesos, los músculos y los órganos y date un
auto-masaje, mientras palpás las diferentes partes.
- Podés practicar algunos de
los ejercicios de auto-observación que planteo en este blog, o en
este.
Tus pensamientos también tienen su cualidad,
aprendé a conocerlos y notar sus efectos en el cuerpo.
- Una excelente práctica
para descubrir el funcionamiento de tu mente es la meditación. Te recomiendo
leer este blog (escrito por Eduardo Gómez Haedo).
c)
Espacio Personal:
El espacio inmediatamente
alrededor tuyo es tu espacio personal. Vale recorrerlo también, y reconocerlo.
- Notá cómo se agranda y se
achica en diferentes circunstancias. ¿Qué determina que crezca o que se encoja?
¿Lo podés hacer crecer o contraerse a voluntad?
- Si estás sentado, notá
cómo podés integrar la silla a tu sistema y sentir dónde tocan el piso las
patas, si tomás un lápiz, notá cómo podés sentir la punta cuando escribís con
él en un papel.
- Con tus pies en el piso,
notá que podés sentir el piso no sólo debajo de tus pies, sino que también cómo
se extiende alrededor tuyo en 360 grados. Si te parás sobre un banquito angosto
podrás notar que ahora no sentís esa misma extensión horizontal, sino que tu
conciencia va hacia la base del banco.
d)
Espacio Compartido:
Compartimos nuestros
espacios con cosas, animadas e inanimadas.
- Notá cómo reaccionás
cuando algo o alguien ingresa en tu espacio personal.
- Notá cómo reaccionan los
otros cuando tú ingresas en su espacio personal.
- Notá la diferencia en las
reacciones cuando se pide y concede permiso para ingresar, tanto en tu espacio
como en el de otros.
- Con alguien con quien te
sientas cómodo en contacto físico, permitile que te mueva mientras mantenés tu
conciencia en tus espacios internos y externos. ¿Hay algún momento que te
retirás del contacto?
- Probá mover tú a alguien
con quien tengas confianza. Notá tus espacios internos y externos, integrando
el espacio del otro a tu movimiento.
2.
Parar y Recordarme.
Durante cualquiera de las prácticas anteriores, vas a
notar que por momentos tu atención se va. Cuando te des cuenta de ello es el
momento de parar y volver a ti. Volver a ti es volver a tus espacios internos y
externos, es volver a crearte espacio y reconocerlo.
Volver a ti es la forma de cuidar tu contexto, para tu
experiencia de los contenidos de tu vida sea la más disfrutable.
Te recomiendo leer este blog sobre el arte del parar (también de Eduardo Gómez
Haedo).
Bueno, es todo por hoy.
Hoy estuvo largo. Si llegaste hasta aquí seguramente
necesites mover un poco el cuerpo nuevamente. ¿Qué tal si nos permitimos un
buen bostezo, nos desperezamos grande, y nos sacudimos con un perro saliendo
del agua?
Ahora sí. Como siempre, cualquier duda, pregunta, o
comentario podés dejarlo en el espacio debajo.
Respiremos juntos una última vez. Adentro… Afuera… Ah!
Gracias por venir.
Hasta la próxima.
Victoria
sábado, 11 de octubre de 2014
Un blog
sobre cómo liberar la respiración.
¡Hola! Qué lindo reencontrarnos.
¿Cómo te fue con la propuesta de la semana pasada? Si te quedaron preguntas o tenés algo
que comentarme al respecto, sentite libre de escribirme aquí en el blog, o
mandarme un email.
¿Te parece si empezamos con la propuesta de hoy centrándonos?
Paremos con lo que veníamos haciendo e inhalemos
dejando que el aire llegue hasta nuestros pies, conectándonos con el piso. Exhalemos
dejando que el aire suba desde nuestros pies hacia nuestra pelvis, nuestra
panza, nuestro pecho, nuestro cuello, nuestra cabeza y salga flotando.
El tema del blog de hoy es justamente cómo liberar la
respiración. Mi propósito es compartirte tres áreas del cuerpo que sirve tener
libres para facilitar la entrada y salida del aire.
Para poder percibir las
áreas de las que quiero contarte está bueno empezar por crearnos un poco de
espacio. Así que te invito a desperezarte un poco. Estirate como un gato y
bostezá grande.
¿Qué
tenemos que saber sobre la respiración para liberarla?
1. La respiración afecta y es afectada por todo tu ser
(principio de Unidad). Cuando tu
cuerpo está libre de tensiones innecesarias, la respiración genera una ola de
movimiento de que se siente de la cabeza a los pies, y masajea todos los
órganos. La respiración es también un medidor de tu estado emocional y mental.
2. La respiración se “hace sola”, estás diseñado para
respirar bien sin esfuerzos, cuando la dejás actuar libremente (principio de Diseño).
3. Incluso cuando no la dejás funcionar libre,
respirás igual, porque es una función vital. Sin embargo, todo lo que le ponés
de traba afecta la eficiencia de la respiración (principio del Uso).
4. Reconocer que la respiración requiere de movimiento
en tus costillas (o sea en tus costados y tu espalda, y no solo en tu pecho) y
genera movimiento en tu abdomen te empieza a dar una idea de las áreas que
deberían estar libres para moverse con cada inhalación y exhalación (principio
de Percepción).
5. Como la respiración se hace sola, no necesitás
“aprender a respirar”. Lo que necesitás es aprender a dejar de interferir con
tu respiración (principio de Medios y Fines).
6. Y ahora que sabés que la respiración ocurre, la
próxima vez que te digan “respirá profundo”, ya sabés que tenés que frenar tus
ganas de hacer un esfuerzo por aspirar un montón de aire. En vez, date unos
segundos para reconocer las zonas que necesitás liberar para que, al moverse
libremente, creen solitas más espacio para más aire (principio del Hábito).
Muy bien, suficiente teoría. Vayamos a lo práctico.
Pero antes, sacudámosnos un poco para despertarnos. Mové un poquito el cuello,
los hombros, los dedos de los pies y las manos… o simplemente sacudite
vigorosamente como un perro mojado.
¿Dónde
necesito crear espacio para que se libere la respiración?
Los lúgares que siempre se
mencionan para esto son las costillas (espalda y costados del cuerpo) y el
abdomen.
Yo te voy a proponer 3 otras
zonas que para mí son claves, ya que pemiten liberar la espalda, las costillas
y el abdomen.
Te sugiero probar lo siguiente
recostado en posición semi-supina.
1. Las ingles.
Cuando hay espacio en la
articulación de la cadera, se liberan también el diafragma pélvico, la espalda
baja (las lumbares), el diafragma abdominal y las costillas bajas.
2. Las axilas.
Cuando hay espacio en la
articulación del hombro se libera el cuello y la espalda alta y costillas
superiores.
3. La mandíbula.
Al dejar de apretar las
muelas se libera la tensión del rostro, la garganta, la lengua y la parte alta
del cuello.
Ahora, creá espacio en todo tu torso y tu cuello, trazando líneas que unan
diagonalmente tus ingles con tus axilas, y tus axilas con tus orejas.
Finalmente, notá el flujo de
aire que entra y sale naturalmente cuando respirás.
Cuando el aire entra,
permití que tu mandíbula, axilas e inglés se suelten un poquito más, sintiendo
como los costados de tu cuerpo se expanden.
Cuando el aire sale, permití
que tus diagonales se suelten y expandan, y sentí como crecés en largo y ancho.
Si estás aventurero y querés
jugar un poco con tu respiración, podés dejar que tus exhalaciones sean más
largas que las inhalaciones. Este es un gran ejercicio para bajar las
revoluciones y calmar a todo tu sistema nervioso.
Recordá siempre que no estás “haciendo” nada, simplemente estás “permitiendo”
que la respiración ocurra mediante la liberación de tensión y la
creación de espacio interno.
Y ya que estamos respirando tan libremente, aprovechemos
para bostezar y desperezarnos, soltando mandíbula, axilas, ingles y dejando que
se expanda grande todo el torso.
Te invito esta semana a jugar con esto de la
respiración, experimentá con lo que propuse y contame luego cómo te fue.
Si te quedaron dudas, preguntas o tenés un comentario,
te invito a dejármelo en el espacio para comentarios o enviármelo por email.
Cerremos este encuentro volviendo a nuestro centro,
respirando allí, dejando que se aquieten las aguas, y quedando así listos para
nuestra próxima actividad.
Hasta la próxima.
Victoria.
viernes, 3 de octubre de 2014
On 15:24 by Unknown in Crear Espacio No comments
Un blog sobre cómo crear espacios
Hola. Soy Victoria. Bienvenido al blog. ¿Cómo estás
hoy?
Yo tiendo a andar un poco acelerada. Fuera de mi
centro. Por eso me gusta parar cuando noto que algo nuevo empieza.
Te invito a centrarnos. Solamente pará con todo lo que
estabas haciendo, notá tu respiración y las sensaciones que te llegan a través
de tus sentidos. Inhalemos y exhalemos juntos.
Gracias. Ahora sí, arranquemos.
En este blog me gustaría contarte lo que he aprendido
sobre crear espacios: espacios mentales y físicos,
espacios dentro y fuera, espacios entre el estímulo y la reacción.
Me quedo contenta si al final de este encuentro te
pude comunicar algo de lo liberador que es darse
esos espacios; y si no los conocés que te haya tentado lo suficiente para
probarlos.
¿Cuál ha sido tu experiencia con tu
espacio personal?
Voy a mostrarte cómo creo yo mis espacios.
Me baso en los siguientes principios:
Unidad: Si creo espacio en mi cuerpo, tendré espacio en mi
mente.
Diseño: Mi cuerpo está diseñado para ocupar
cierto espacio con libertad, y lo hará si se lo permito.
Uso-Estructura-Funcionamiento: Cuando le doy su debido espacio a
mis estructuras, estas funcionan mejor.
Mejorar la percepción: Cuando las estructuras tienen
espacio, las puedo percibir mejor que cuando están apretadas.
Parar
y Elegir: Como
mi hábito es atropellarme, necesito parar antes de actuar, para darme espacio
para elegir.
El Cómo
sobre el Qué: Darme espacio físico es solo posible si me doy espacio mental
también. Cómo me doy ese espacio es lo más importante. Por eso, si estoy muy
acelerada, me acuesto en semi-supina; me doy las mejores condiciones para parar
realmente.
¿Te parece si antes de seguir, nos damos un poco de
espacio?
Te invito a que bostecemos y nos estiremos un poco,
para darle aire a los tejidos y las articulaciones.
Bueno, a nivel práctico, ¿cómo
creo mis espacios?
Lo primero es decidir qué espacios estoy
necesitando habilitar.
¿Dónde se está trancando el flujo de
movimiento? ¿Dónde hay tensión? ¿Dónde siento que estoy fuera de ritmo?
Una vez que identifico el área que pide más espacio
para funcionar o integrarse, busco en su estructura
algunos puntos para tomar de referencia, y trato de entender cómo está
diseñada para funcionar.
Si lo que quiero es crear espacio en mis pies, puedo
mirar su anatomía en un libro, y luego palparlos en mi propio cuerpo.
Si no tengo ni idea qué hacer, pido ayuda a alguien
que sepa más que yo del tema.
Elijo dos puntos en la estructura que
quiero liberar. Los toco simultáneamente y me doy cuenta que hay un espacio
entre ellos. Los uno con una línea imaginaria e imagino que los extremos de esa
línea se alejan entre sí, flotando como en corrientes de agua opuestas.
Te invito a que pruebes esto por ti mismo. Elegí puntos en tu cuerpo, unilos con líneas imaginarias, y dejá que
floten alejándose. Ayuda hacerlo acostado boca arriba sobre el piso, con tus
pies apoyados y tu cabeza apoyada sobre un libro gordito.
Al hacer este ejercicio, reconocé todo el
espacio que hay entre punto y punto. También podés
reconocer el espacio a tu alrededor, dejando que tus líneas se proyecten más
allá del límite de tu cuerpo.
Este espacio que te creás dentro, fuera, entre tú y los estímulos que te
llegan, este espacio te vuelvo multi-dimensional,
te vuelve real, te de-vuelve a ti mismo.
Te invito a vivir desde este lugar y volver a él cuantas veces quieras.
Es tu espacio personal.
Es tu casa, es tu verdadero hogar.
Hasta la próxima.
Victoria
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