domingo, 9 de noviembre de 2014
On 16:12 by Unknown in Proceso No comments
Hoy
corrí mi primera 5K. No corría en una carrera desde la adolescencia.
No
hice carrara… corrí, simplemente, a mi tranco, a mi manera, en mi mundo.
Siendo
de naturaleza competitiva y auto-exigente, haber logrado correr para mi propio
disfrute es todo un logro.
Todo
comenzó hace un mes cuando mi hermana se anotó para correr una 5K y comenzó a
entrenar. Algo en su forma me inspiró. Mi hermana no parece correr para ganarle
a nadie.
Así
que comencé yo también. Despacio. Tranquila. A mi tranco. Sin pretender ser la
próxima maratonista olímpica.
A
veces se me cuela el bichito competitivo; ese que te dice al oído: entrená más,
bajá tu tiempo, si vas a correr que valga la pena.
Entonces
paro.
No
tengo que “ser alguien”, no tengo que ganar nada ni probarle nada a nadie. Correr
simplemente me hace bien, a mí, a mi cuerpo, a mi psique.
Ese
bichito no es más que un hábito de pensamiento, un hábito de mi forma de ser. Por
eso, cuando reconozco que se me coló por la puerta de atrás, lo trato como a
todo hábito.
Paro.
Lo saludo. Y lo dejo seguir su camino. Vuelvo a mi cuerpo, a mi respiración, a
mi organización. Recuerdo mi propósito.
Hoy
mi propósito era correr, escuchando mi cuerpo, reuniendo mis pensamientos,
siguiendo mi respiración. Sólo eso importaba. Todo lo otro lo podía dejar atrás
o dejar pasar, como a las otras corredoras.
Vuelvo
a mi, a la maravilla de poder correr, a la sensación del movimiento. Vuelvo al
presente.
Esto
es todo.
Victoria
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