viernes, 20 de diciembre de 2013
On 10:55 by Unknown No comments
El domingo pasado tome mi última clase de Técnica
Alexander del año con mi mentora. Ella se estará volviendo para Inglaterra pronto,
y no volverá a Uruguay hasta tarde en el 2014. Así que decidí que tenía que aprovecharla lo más posible
antes de que se vaya.
Ese fue mi error.
Cuando funciono desde una mentalidad de escasez
no aprovecho las cosas. Estoy simplemente siendo una glotona, tratando de
ingerir todo lo posible con la esperanza de que se digerirá solo a su tiempo, y
que podré utilizar los resultados luego. ¡Suerte en pila! Generalmente, NO se
asimila en absoluto.
Me di cuenta de mi error cuando mi profesora
me pregunta (dándome una buena dosis de mi propia medicina) “Bueno Vicky, ¿qué
es lo que TU querés investigar hoy?”Un poco nerviosa de que me hayan atrapado
sin una pregunta energizada, dije algo vago sobre lograr más apreciación
sensorial en mi lordosis lumbo-sacra.
En seguida me di cuenta de lo no-específico
de mi pedido, y cuán desconectado estaba de una función real… y sobre todo,
cuán apagada sonaba mi voz al hacer el pedido. Esa pregunta simplemente no
tenía vida dentro mío.
Verás, en mi última clase con mi profe
habíamos estado investigando esta área en particular. Pero no la habíamos
investigado porque sí, habíamos llegado a ella por una pregunta muy específica
que yo le hice sobre otra cosa… Investigar la mecánica de la lordosis
lumbo-sacra fue el resultado de la investigación de mi pregunta original, y no
el origen de la cosa.
Al terminar aquella clase (hace más de un
mes) me había llevado un montón de información nueva, con la que estuve
trabajando sola, investigando, jugando.
Pero, (como dije la semana pasada), a esta
altura del año estoy un poco cansada. Definitivamente he dejado todas las
investigaciones intricadas de mis cuerpos físicos, mentales y emocionales para
después de las fiestas, cuando esté un poco más descansada y lista para
zambullirme dentro de alguna jugosa pregunta sobre el uso de mis cuerpos. Pero
en este momento… en este momento honestamente la lordosis lumbo-sacra me es
absolutamente indiferente.
Pero mi “mentalidad de escasez” me atrapó
cuando pensé que no estaré viendo a mi mentora por más de nueve meses. Así que
insistí en arrastrarme a mí misma y a ella por una clase de Técnica Alexander
en un día de calor extremo. Y tengo que asumir que yo ni siquiera estaba dando
mi 50% correspondiente al encuentro.
Entonces me pregunta mi profe luego de
ayudarme a soltar la bendita zona lumbo-sacra, “¿En qué actividad querés mirar
ahora a la mecánica de esta zona? Porque ya lo sabés Vicky, que las cosas sólo
cobran sentido en función, si no, es pura abstracción.”
Segundo foul.
Acá es donde mi cuenta que mi propio karma me
está persiguiendo. Yo me he pasado el año entero blogueando sobre cómo es
necesario mirar a las cosas en su contexto, de lo importante que es tener una
pregunta que te apasiona sobre algo específico, de forma de poder extraer la
lección universal desde un lugar de interés personal; y sólo así es que puedes
anclar firmemente la lección en tu experiencia personal.
Y aquí estaba yo, balbuceando de que no tenía ni la más pálida idea de en qué función
quería investigar a la mecánica lumbo-sacral; sintiéndome además como una
completa idiota y dándome cuenta que la lordosis lumbo-sacra en ese momento ME
IMPORTABA UN BLEDO.
Mi profe dijo un montón de cosas interesante
durante la clase. Yo, claro está, no me puedo acordar de casi nada en este
momento, porque no estaba 100% presente en mi lección. Eventualmente decidimos
terminar la clase e ir a almorzar y bañarnos en la piscina… ¡Ah! ¡Eso sí que
estaba bien vivito para mí!
¿Qué tiene que ver todo esto contigo?
Es ESE momento del año. Estamos todos
corriendo como pollos sin cabeza tratando de hacer todo lo que podamos antes de
que lleguen las fiestas y el fin de año. De repente nos acordaos de TODO lo que
tendríamos que haber hecho antes del final del 2013, y estamos como
enloquecidos tratando de apretar todo lo que podamos en las últimas semanas y
días antes de la Noche Vieja.
Así que
pará. Respirá. El mundo NO SE ESTÁ ACABANDO. Todo lo que
tenés que hacer va a seguir en tu lista de todos modos en la mañana del 1ero de
Enero del 2014; y seguramente puede esperara a que hayas descansado y acomodado
tu cabeza antes de que encares esos temas.
Así que
pará. Respiraá. Pensá en qué preguntas ESTÁN REALEMNTE VIVAS
en ti en este momento. ¿Qué te apasiona AHORA? Quizás sea descansar, o
reconectar con seres queridos para las fiestas, o comprar regalos de Navidad, o
disfrutar del ambiente festivo (y la rica comida).
Deshacete de la mentalidad de escasez que te
tensa, te arruga, te aprieta. Cambiate a la mentalidad de la abundancia que te
abre, te libera, de ensancha y te elonga, y te expande en todos los sentidos.
Yo sé que hubiese sido más productivo el
pasar mi tiempo con mi mentora simplemente ESTANDO allí con ella, disfrutando
de su compañía. Después de todo, es a ELLA que voy a extrañar. Empaparme en su
presencia (y en su piscina) era lo que estaba vivo en mí ese día. (…Porque ¿a
quién le importa la lordosis lumbo-sacra?)
¡Feliz Navidad a todos y un Muy Feliz Año
Nuevo!
¡Así que andá a amar a alguien, descansar y
disfrutar de la buena comida de las fiestas!
Victoria
--
"Cloud Question
Mark" courtesy of Ventrilock / FreeDigitalPhotos.net
"Christmas Greeting Card11"courtesy
of gubgib / FreeDigitalPhotos.net
sábado, 14 de diciembre de 2013
On 16:15 by Unknown No comments
“No me siento con
ganas de hacer esto hoy.”
¿Has tenido este pensamiento alguna vez?
Se te aparece justo cuando
sabés que deberías estar haciendo algo que es “bueno” para ti. Y no estoy
hablando de la típica excusa haragana. Hablo de esas veces cuando aparece el
pensamiento más como un pedido físico a la no-acción; y se crea una gran
batalla dentro tuyo. Si lo ignorás y hacés la cosa de todas formas, es como si
hubieses traicionado uno de tus anhelos más profundos sólo por seguir tus supuestos
“principios”. Si le prestás atención y no hacés lo que deberías hacer, la culpa
viene rápidamente a aplastarte con su peso.
Esa era mi situación ayer
mientras rumiaba la decisión de escribir o no mi blog. “Es fin
de año. Estoy cansada. Nadie lo está leyendo,
al menos no a esta altura del año que están todos en otra…” Mi lista de excusas
era larga, pero no tenían validez alguna; la única verdad era que, “Simplemente
no me siento con ganas de escribir
hoy”, y eso a pesar de que ya tenía el blog a medio-escribir, y era sobre un
tema que me apasiona: fines, medios y espejos.
Pero, “No me siento con ganas hoy.”
Entonces paré y escuché lo
que me estaba diciendo a mí misma. “No me siento con ganas de escribir hoy.” Interesante elección de palabras. Eran
ciertas, no me sentía con ganas para
nada en ese momento. Sentía ganas en verdad de dormir una siesta (lo hice),
comer porquerías (admito que lo hice también) y leer una novela para no pensar
en nada por un rato (lo hice). Me fui a dormir de noche sintiéndome culpable,
pero prometiéndome que escribiría el blog al día siguiente.
Sábado. Me desperté e hice
un montón de nada por un rato. Y todavía el pensamiento me perseguía
insistente, “Tendrías que escribir tu blog hoy Vicky”. “No me siento con ganas hoy tampoco,” me dije
airosa, y aplasté el pensamiento molesto bajo la lectura de un par de capítulos
más de la novela que había empezado ayer. Pero, el pensamiento apareceía una y
otra vez, así que decidí finalmente mirarlo de frente.
Verás, es que soy de esas
personas que se toman en serio eso de escuchar a sus voces internas. Estas
voces se las pasan discutiendo entre ellas, pero trato de encontrar cuál es la
que está defendiendo mis mejores intereses en ese día en particular… y cuáles
son simplemente viejos hábitos queriendo instalarse.
Ayer era verdad, estaba realmente cansada, me sentía mal,
mi mente estaba completamente fuera de servicio… necesitaba un descanso urgente
(y cuando duermo una siesta de varias horas, sé que mi cuerpo necesitaba un descanso…
porque no soy de dormir siestas). Así que ayer era cierto, no me sentía con ganas de escribir mi blog, y
era una sensación de todo mi cuerpo,
una especie de mensaje de mi ser completo que gritaba “PARÁ O TE VAS A QUEBRAR”.
Pero hoy, hoy era otra
cosa. La sensación de no querer
escribir mi blog era más una reacción
habitual, una resistencia típica a realizar trabajao que estaba
aprovechándose de mi muy honesta capitulación al descanso de ayer. Así que
agarré al mocoso gremlin de la oreja y le dije que se comportara o lo iba a
tener escribiendo blogs todos los días por un mes. Se fue ofuscado a un rincón
y me sentí libre de prender la computadora y sentarme a escribir.
¿Qué tiene todo esto que ver con la Técnica Alexander?
Todos tenemos sensaciones y
sentimiento, y son guías fantásticas para tener en cuenta. Sin embargo, las
sensaciones y sentimientos pueden ser gremlins tramposos, y tendrías que tomar
sus consejos con un grano de sal. Es por eso que ayuda el tener claros tus principios,
algo hacia lo que referirte cuando tus sentimientos se transforman en gremlins.
Tus principios son como un
espejo o un maestro; te harán saber inmediatamente cuando te estás yendo de
rumbo. Claro que sos libre de irte a donde quieras, pero ellos estarán allí
para recordarte cuál era tu intención original; y mantendrán alta esa bandera
todo el tiempo que necesites. Son tu faro que te guía de vuelta al curso que te
habías planteado cuando estés listo para ello. Sin juicios, solo recordatorios
de lo que tú dijiste que tú querías.
En mi caso era claro. Ayer,
mis sensaciones y sentimientos estaban siendo los campeones de mis principios:
yo creo fielmente en cuidar de mí misma, en cuidar de mi cuerpo, mente y alma,
y eso a veces quiere decir tomarme un DESCANSO. Hoy mis sensaciones y
sentimientos estaban comportándose como gremlins: yo creo en la
auto-disciplina, en ser fiel a mis compromisos; y luego de una noche de
descanso y un día entero de ocio no tenía ya ninguna excusa valedera para
justificar mi haraganería.
Entonces, ¿cómo distinguir una sensación confinable de
un gremlin?
Tres opciones para manejar:
1.
Escuchate a ti mismo. No escuches, las
excusas en tu cabeza: tu mente es excelente justificadora de cualquier acción
que decidas tomar emocionalmente; así que no puedes tomarte tus pensamientos
demasiado en serio. Lo que quiero decir es que escuches a tu ser completo. Es la sensación que tienes algo de todo
tu ser, un sentimiento sobrecogedor o simplemente un molesto gremlin?
2.
Recuerda tus principios fundamentales. ¿Qué tan alineada está esta sensación sobrecogedora con
tus ideales? Recuerda que una adicción puede hacerte sentir que realmente
necesitas algo que en verdad va en contra de tus principios fundamentales.
3.
Busca ayuda externa. Es difícil a veces decidir por ti mismo entre
sensaciones que compiten entre sí, porque estás atrapado en tus hábitos de
pensamiento, movimiento y emoción, y no puedes percibir la cuestión en su
contexto más amplio. Así que encuentra a alguien que pueda ayudarte a arrojar
luz sobre áreas que no estés viendo.
Ya es casi fin de año, y
estamos todos cansados y sobregirados (al menos así parece aquí en Montevideo).
Así que recuerda escuchar a tu cuerpo cuando te pide que pares, mantener tus
principios en mente cuando sentís que querés mandar a todo y todos al demonio,
e irte a tomar un té o café con una amiga cuando ya no puedes manejar tu propia
confusión existencial.
Y si los gremlins no me
atrapan la semana que viene, estaré escribiendo el prometido blog sobre fines,
medios y espejos.
¡Felices fiestas!
Victoria
viernes, 6 de diciembre de 2013
On 18:39 by Unknown No comments
Comprendo completamente esta pregunta. Dado
que me encanta aprender nuevas cosas sea leyendo, mirando o escuchando, me he
hecho esa misma pregunta varias veces. Para deleite de mi alumna-interna y
frustración de mi profesora-interna, he encontrado 4 buenas razones para ir a
clases que enseña otro profesor.
1. Un profesor experimentado en lo que tú estás tratando de
aprender puede percibir lo que tú no puedes… y eso te ahorra tiempo y
frustración.
Aunque me encanta aprender por mi propia
cuenta, tengo que reconocer que a veces puede resultar un proceso largo y
tortuoso, en especial cuando me tranco y tengo que experimentar con miles de
posibles variables antes de dar con la que necesita ajustarse. Así que ahora,
cuando me encuentro trancada en mi progreso, busco a alguien que llene dos
criterios básicos:
a. Es bueno en aquello en lo que yo quiero ser buena (este
criterio me ayuda a elegir una persona que ya ha caminado el camino que yo
quiero recorrer y por tanto ya se ha encontrado y sobrepuesto a al menos
algunos de los obstáculos que yo me estoy encontrando)
b. Sabe enseñar aquello en lo que yo quiero ser buena (este
criterio me ayuda a evitar a aquellos grandes ejecutantes cuya mejor explicación
sobre cómo llegar a ejecutar como ellos es “bueno dejame mostrarte cómo lo hago”.
No necesito que me muestres cómo tú lo
hacés bien, necesito que me expliques
lo qué yo estoy haciendo mal.)
En la jerga de la Técnica Alexander a la
gente le gusta hablar de “falsa apreciación sensorial” en el alumno. No me
gusta esa terminología , porque en mi mundo la palabra “falsa” implica que el profesor
tiene la “verdadera” apreciación sensorial… y eso es simplemente ridículo.
Los profesores no tienen la verdad. Lo que
los profesores tienen es experiencia en el camino que tú estás tratando de
recorrer. Tener más experiencia es algo así como tener más perspectiva. Por eso,
vas a un profesor para que te ayude a ampliar tu perspectiva. Y con una mejor perspectiva, podés ver cómo es
que encajan las piezas.
Una buena analogía sería la del puzle o rompecabezas.
Imaginate que estás armando uno y te trancas porque tenés un montón de piezas
azules que crean la imagen de un mar, y de repente te encontrás con una pieza
verde que parece ser de una imagen con pasto. Aunque tratás y tratás, no encaja
el pasto en el mar. Entonces, viene alguien que ya hizo ese mismo puzle antes
que tú y te dice, “¡Uy no! La imagen total no es una paisaje marítimo, es un paisaje de un lago, y el pasto iba abajo a la izquierda.”
2. Un profesor puede hacerse cargo de ciertas cosas para que
tú te puedas hacer cargo de otras cosas… y eso te ahorra energía.
Siendo
un poco demasiado orgullosa para mi propio bien, a veces me creo que “Yo me
puedo encargar de todo”, o peor, “Yo debería
poder encargarme de todo, porque si no, no soy lo suficientemente buena”.
Bueno, esa es simplemente una actitud detestable.
La
verdad es que todo es un sistema dinámico, y en todo sistema dinámico cada
parte tiene su rol. Tú necesitas cumplir tu rol de la mejor manera que puedas,
pero realmente no deberías tratar de
cumplir el rol de todos los demás.
Imaginate
si fueses a ver Romeo y Julieta de
Shakespeare y la actriz que hace de Julieta decidiese de repente que en verdad
no necesita al actor que cumple el rol de Romeo; ella puede cumplir ambos
roles. Bueno, puede que de allí surja una adaptación interesante de la obra
original… pero ya no sería el Romeo y
Julieta de Shakespare.
En una situación de aprendizaje pasa algo
similar. Por ejemplo, cuando yo
estoy en el rol de alumna de Pilates no quiero
tener que gastar energía mental decidiendo cuál ejercicio hacer luego de que
complete el que está en curso. Lo que quiero es poder concentrarme en mi ejecución,
en mejorar mi performance y control corporal. Confío en que la instructora va a
cumplir con su rol también, y por lo tanto ella sabrá tanto cómo darme una
secuencia coherente de ejercicios a realizar, y cómo corregirme la ejecución de
esos ejercicios.
3. Un profesor puede hacerte re-evaluar tus preconceptos sobre
lo que se está aprendiendo y enseñando… y eso te lleva al próximo nivel.
Esto
es en verdad una variante del punto número 1, aunque una variante un tanto
incómoda para ser honestos. No vayas a este tipo de profesor a no ser que estés
buscando un sacudón que te saque de tu complacencia (o si sos un masoquista por
naturaleza).
A
veces me encanta que me desafíen y me saquen de mi complacencia. Esto me ocurre
generalmente cuando me estoy volviendo demasiado confiada de mis conocimientos
y progreso. Es entonces que busco un profesor cuyo encare o estilo es
diametralmente opuesto al mío. El profesor entonces me sacudirá todas las ideas
(probablemente me enoje un poco, pero puedo bancarlo) y me abrirá los ojos a
nuevas posibilidades. Esto no quiere decir que yo tenga que adoptar toda su
filosofía y abandonar la mía. Lo que ocurre es que se expanden mis horizontes.
Pero,
a veces todo lo que necesito es aprender el tema o avanzar en el tema; no necesito
que me sacudan y paren de cabeza cuando no estoy ni siquiera segura de dónde
está mi cabeza en primer lugar. Si sé que el estilo de enseñanza del profesor
es del tipo des-estructurador, entonces me aseguro que como alumna sé en lo que
me estoy metiendo, que el profesor puede explicar satisfactoriamente sus
razones para utilizar los métodos que utiliza, y que estoy de acuerdo con él en
algún nivel. Si no… salgo corriendo, y rápido.
4. Ir a clase te da una fuente regular de feedback sobre tu
progreso… y eso te ayuda a mantenerte al firme en tu camino cuando la cosa se
pone dura.
El aprendizaje se puede dar en forma
individual o grupal. Sea cual fuere la forma, cuando me anoto para clases en
algo con un profesor no estoy solamente aprovechándome de su experiencia en la
materia, también estoy aprovechándome de dos importantes extras.
Para empezar, ir a clases me da una fuente
regular de feedback. Todo lo que uno hace con regularidad se acaba volviendo un
hábito (es parte de nuestra neurología), y por eso es bueno tener una fuente
regular de feedback sobre lo que estás haciendo para no estar habituando patrones
inadecuados. Esos pequeños ajustes que se realizan clase a clase me mantienen
en un camino más recto hacia mi objetivo.
Además, el ir a clase significa que es más
probable que haga uso de lo que aprendí entre clases. Esto ocurre por dos
razones:
1) Me gusta tener algo nuevo para investigar
en mi próxima clase, me gusta progresar;
2) Seamos honestos, está bueno tener una
fuente externa de motivación… ¿a quién le gusta llegar a clase y tener que
admitir que otra vez no hizo los deberes?
Y como un extra de extras, si las clases son grupales, tenés además todo el aspecto comunitario. Simplemente se siente bien formar parte de un grupo
que comparte tu entusiasmo por algo. Cuando estás aprendiendo con otros, también estás aprendiendo de los otros (¿quién dijo que tu único
profesor tiene que ser el que está a cargo del grupo?) y también estás
construyendo relaciones (y este es uno de los componentes de una vida feliz).
Así que ahora andá, tomás esa cosa en la que
querés mejorar, y buscate un profesor de
Técnica Alexander. Es muy probable que te pueda ayudar a destrabarte (después de todo, usamos nuestro cuerpo para todo, ¿no es
cierto?)
Como siempre, los comentarios,
las preguntas y los contra-argumentos son bienvenidos. Sentite libre de
compartir tus pensamientos en el espacio para comentarios que aparece abajo. Todos
aprendemos de todos, y tu comentario bien podría ser el momento “¡a-ha!” del
siguiente lector. ¡Comparte la riqueza! ;-)
Victoria J
viernes, 29 de noviembre de 2013
On 12:40 by Unknown No comments
Postura (lograr la correcta, mejorar
la incorrecta) parece ser un tema
para la mayoría de la gente que me encuentro.
Postura & dolor |
En lo superficial parece ser una cuestión de enderezar la columna y
alinear las partes del cuerpo de tal forma que el resultado comunique
elegancia, confianza y cierto je-ne-sais-quoi
de gracia natural. Si, además de eso, lográs mantener esa postura a lo largo
del día sin aparente esfuerzo… bueno, entonces te ganaste la lotería, y podés
olvidarte del tema por completo por el resto de tu vida.
¿Pero es realmente así de simple? La postura (buena o mala) se trata en realidad de mucho
más que la alineación de las partes de tu cuerpo. Esa apariencia externa no es
más que el reflejo de los engranajes de tu mente, tus emociones, el interior de
tu cuerpo mismo (intentá mantener una postura erguida en la mitad de un ataque
de cólicos) y el contexto en el que dicho cuerpo está inmerso en ese momento.
La postura no es más que una foto del momento presente. Por lo tanto, así como
el momento presente cambia de un instante al siguiente, la postura es tan
dinámica y cambiante como tu estado de ánimo, tus pensamientos y el clima.
¿Esto quiere decir que estamos condenados a sufrir de hombros
caídos y espaldas torcidas con cada curva que pega nuestro mundo interno y
externo?
No necesariamente. Aunque tu
mente y tu cuerpo se van a mover (porque esa es su naturaleza), tú podés
cultivar la capacidad de ser testigo de ese movimiento, sin salir corriendo
tras cada sensación física, pensamiento y emoción que se te pasa por enfrente.
Para lograr esto, vas a necesitar fortalecer ese centro calmo que existe dentro
tuyo, esa capacidad de atestiguar al funcionamiento de tus engranajes internos
sin identificarte completamente con ellos; quieres desarrollar la fuerza para
moldear las circunstancias para que se alineen con tus mejores intereses, en
vez de permitir que las circunstancias te alineen y moldeen a ti según sus
caprichos.
Y eso, mi amigo, requiere tanto conocimiento como
práctica.
Antes que nada necesitas del conocimiento; simplemente no podrías llegar a tu destino si no
conoces la dirección general en la que tu destino se encuentra. ¿Dónde
arrancarías y en qué dirección tomarías el primer paso? Es por eso que te
consigues un profesor de Técnica Alexander, quien te explicará todas las complejidades
del delicado equilibrio que existe entre tu cabeza y tu columna, y su dominio
absoluto sobre las bases de tu postura. Con sus mano, el profesor te dará una
maravillosa experiencia de cómo se ve y se siente esa posibilidad en tu propio
cuerpo y mente, demostrándote que no es algo más allá de tus capacidades, sino
por el contrario, algo que es sumamente natural para tu diseño, pero que
olvidaste el algún punto de tu camino por esta vida.
¿Eso es todo? Lamento
decirte que no.
Luego de adquirir la teoría (y habiendo experimentado sus efectos en tu clase, habrás
llegado a creer en ella), ahora necesitas
aplicarla, testearla, probarla para ver qué obstáculos se encuentran entre tú
y tu erguido destino. Si todo lo que necesitases fuese la teoría, entonces
serías de los bendecidos con el don del “aprendizaje por trasmisión directa” y
no estarías leyendo este blog. Pero seguramente estés entre la gran mayoría de
nosotros, que nos adueñamos del conocimiento paso a paso, aprendiendo de
nuestros errores.
Así que necesitas tomar este conocimiento y aplicarlo a
tu vida diaria.
Dado que los hábitos son pequeños
pero rudos gremlins que no se dan por
Gremlins |
A no ser que hayas llegado a
la Técnica Alexander para mejorar en tu hobby o actividad que te apasiona, lo
más seguro es que hayas llegado a la Técnica porque tu mala postura o no se ve
bonita o te está causando dolor, o ambas.
El problema con esto ultimo radica en el hecho de que cuando no tienes una
fuente externa de motivación (algo contra lo que puedas medir tu progreso y así
poder involucrarte apasionadamente en tu proceso, y algo donde el aplicar los
principios de la TA te sea natural y necesario), es posible que no te acuerdes
de aplicar los principios en absoluto. Seamos honestos, ¿cuántas veces te
acordás REALMENTE de observar tu uso cuando estás trabajando en la compu? Las
más de las veces, terminar con lo que sea que estás haciendo en la computadora te
resulta mucho más importante que cuidar tu uso en el proceso.
Quizás me digas que liberarte de tu dolor de espalda es algo que te motiva
mucho. Bueno, en mi experiencia, el dolor es motivación, hasta que el dolor se
va. Por lo tanto, aplicas los principios de la Técnica hasta que mejoras de tu
dolor, y luego te olvidas por completo de ello, tus logros en materia de
postura desaparecen gradualmente, vuelve el dolor, vuelves a tomar clases de TA…
y el ciclo se repite ad infinitum. Es como la perversión de la frase “si no
duele, no trabaja”. ¿Es esa realmente la filosofía desde la que quieres vivir
tu vida?
Entonces, ¿qué hacer con esto?
Bueno, necesitas una práctica consistente de
aplicación de los principios, necesitas fortalecer los nuevos patrones de
movimiento, y construir tono en la nueva integración corporal. Necesitas
llevarte a nuevos límites. Es en el espacio límite donde aparecen las
preguntas; es allí donde los gremlins del hábito muestran sus orejas,
permitiéndote ver dónde es que siguen vivitos y coleando. Necesitas un
laboratorio para la auto-exploración, 60 minutos dos veces por semana dedicados
exclusivamente a pensar en tu movimiento: cómo se flexiona tu cadera, cómo se
flexiona y extiende tu torso, cómo levantar un peso eficientemente (o levantar
tu propio peso eficientemente ya que estamos). En este laboratorio todas las
distracciones desaparecen; estás inmerso en la experiencia de tu cuerpo-mente…
y es aquí donde descubres qué tanto has integrado los principios a tu vida,
dónde no están claros aún, cuáles partes de tu cuerpo no están claras en tu
mapa, cuáles partes de tu proceso mental no están claras tampoco, etc. Así es
que cuando vuelves para tu próxima clase de TA, tienes un montón de preguntas que
realmente te importan para explorar con tu profesor.
En otras palabras, has un poco
de ejercicio. Hoy en día ya nadie disputa que el ejercicio es beneficioso tanto para tu
salud física como para tu salud mental; es imprescindible que muevas tus
articulaciones para no quedarte duro. Si la forma de ejercicio que elijes,
además trabaja en tu conexión cuerpo-mente, ¡tanto mejor!, estás consiguiendo
un 2x1.
Pilates Stability Chair |
Mi recomendación personal:
encontrá un buen instructor de Pilates. Mis alumnos de Técnica Alexander que además
toman clases semanales de Pilates son los que hacen los progresos más rápidos y
transformadores. Un proceso alimenta al otro y más rápido de lo que te puedas
imaginar estarás viniendo a tus clases de TA con preguntas fascinantes como: “¿Cómo
puedo hacer el roll-up sin tensionar mi cuello?”, y , “¿Podríamos ver cómo hago
para mantener mi equilibrio en el open-leg rocker?”, o, “¿Qué necesito pensar
para permitirle a mis caderas soltarse en el single-leg stretch?”
Una buena clase de Pilates es la major opción para los
alumnos de Técnica Alexander que quieren trabajar sobre su postura pero que no
tiene un contexto específico de aplicación para los principios – esas personas que llegan a la TA sin un ávido deseo de
cantar mejor, o jugar mejor al golf, o cualquier otra actividad que sea de
suprema importancia para ellas. Somos muchos los que estamos en esa situación
(yo solía ser una), personas que simplemente queremos que nos deje de doler la
espalda y que nuestra apariencia en el espejo se vea un poco más elegantemente
erguida, en vez del equivalente humano de una bolsa de papas.
Así que tenelo presente; si todo lo que quieres de la Técnica Alexander es
que corrija tu postura o que te saque el dolor [esos son efectos; visitá el
blog de la semana pasada para comprender por qué no queremos “hacer” los
efectos de una actividad, sino que queremos comprender los principios detrás de
la actividad que produce esos efectos], lo que necesitas es encontrar una
actividad que atrape tu mente y tu corazón. Y si no se te ocurre ninguna, encuentra
un estudio de Pilates; hará maravillas por tu resistencia, salud, y alimentará
tu deseo y apreciación de tus clases de TA.
Y si ya practicas Pilates (o
Yoga) y estás trancado en tu progreso, ya no hay avances, o son pequeños, a pesar de
todo tu esfuerzo, consistencia y diligencia; entonces encuentra un buen
profesor de Técnica Alexander y explorá las complejidades de los ejercicios que
encuentras desafiantes con él.
O si nada de esto te interesa,
entonces piensa en algo que simplemente ames
hacer; quizás sea tejer, leer, o hablar por teléfono. Lleva eso a tu
próxima clase de TA y pedile a tu profesor que te muestre cómo podés disfrutar
aún más de tu actividad favorita.
Como siempre, los comentarios,
las preguntas y los contra-argumentos son bienvenidos. Sentite libre de
compartir tus pensamientos en el espacio para comentarios que aparece abajo. Todos
aprendemos de todos, y tu comentario bien podría ser el momento “¡a-ha!” del
siguiente lector. ¡Comparte tu riqueza! ;-)
Victoria J
---
Image attributions:
"Postura & dolor" por Beth Sucamp
"Gremlins" por Inti
"Pilates Stability Chair" por John Ranaudo
viernes, 22 de noviembre de 2013
On 14:36 by Unknown No comments
Aparte de ser
profesora de Técnica Alexader, también soy instructora del Método Pilates y una
aplicada alumna del Método. Esto significa que a veces escucho conversaciones
interesantísimas que se dan entre entusiastas del Pilates. Una de estas
conversaciones me dejó pensando…
Una señora, que
recién comenzaba su práctica del Método, hablaba con otra señora que era una
pilatera comprometida, sobre la “respiración Pilates”.
Principiante: “La
respiración me confunde mucho. Nunca sé cuándo respirar, cómo respirar, qué
activar, y todo al mismo tiempo que pensar el ejercicio que plantea el
profesor.”
Pilatera: “No te
preocupes, se vuelve natural con el tiempo y ya no tenés que ni pensarla. ¡Lo
mejor es que te re-trabaja los abdominales! Yo la uso todo el tiempo: cuando
camino, cuando estoy sentada, cuando voy al super. Es como estar haciendo
abdominales todo el día.”
Aunque entiendo que
ser conscientes de nuestra respiración y nuestra alineación a lo largo del día
es siempre algo positivo; igualmente algo me sonó raro en este intercambio.
Hete aquí por qué…
La “respiración
Pilates” es una forma de dirigir tu inhalación y exhalación durante el
movimiento. (Dicho sea de paso, es algo que los cantante hacen todo el tiempo)
En lo superficial
parece tratarse simplemente de expandir tus costillas lateralmente cuando
inhalas, y cerrarlas cuando exhalas a medida que contraes tus abdominales y
elevas tu piso pélvico, de forma de asegurarte un buen “control de centro.”
Pero en lo profundo,
se trata sobre todo de coordinar tu respiración con tu movimiento de tal forma
que facilitas la integración de tu tronco cuando haces un esfuerzo.
Si se realiza
correctamente, la respiración Pilates te ayuda a mantener el largo de tu
columna y el ancho de tu torso (o sea, mantener tus espacios internos) mientras
levantas una carga contra la gravedad, ya sea el peso de tu propio cuerpo o un
objeto pesado. Naturalmente, quieres equiparar la cantidad de esfuerzo que le
pones a tu exhalación con el esfuerzo real que requiere la tarea que tienes
entre manos.
Si comprendes para
qué fue diseñada la herramienta y cómo se utiliza, nadie te encontrará
exhalando como una ballena cuando todo lo que querías hacer era levantar una
pesa de 1/2kg con tu mano.
Utilizar una
herramienta te da resultados. Con el respiración Pilates, dado que recluta la
musculatura abdominal, uno de sus resultados es que tus abdominales se
tonifican. Es un muy lindo efecto extra, pero no es el propósito original de la
herramienta. Entonces, si estás caminando al super inhalando y exhalando como
si quisieses empujar un elefante empacado, no solo te vas a ver muy rara, sino
que también estarás interfiriendo con tu objetivo
original que era caminar al
super. Sí claro, tus abdominales estarán haciendo ejercicio… ¿pero a qué costo?
(Y de paso, ¿por qué es que tus abdominales necesitan
ser trabajado especialmente? Si estás manteniendo una buena integración de tu
tronco y una buena alineación a lo largo del día, tus abdominales estarán
siendo ejercitados naturalmente simplemente al cumplir la función para la que
fueron diseñados por mamá-natura).
¿Qué pasa cuando
empiezas a creer que tu herramienta es alguna clase de “píldora mágica” porque
tiene efectos positivos, no solo en su objetivo original (que es prontamente
olvidado ya que se “curó”), sino que también en otras áreas de tu vida? Quizás
empieces a creer que el propósito de tu herramienta es mejorar esas áreas
también. Sin embargo, aunque las mejorías en esas áreas es un efecto colateral
maravilloso, no son el propósito específico para el que fue diseñada tu
herramienta. Seguramente haya otras herramientas más apropiadas para lograr
rápidas mejorías en esas áreas.
Por lo tanto, aunque
tu respiración Pilates haya seguramente
aportado al desarrollo de tu abdomen chato, quizás no sea lo más recomendable
aconsejarle a tu amiga, que tiene el vientre hecho un flan, que ande por la
vida inhalando y exhalando como una locomotora a vapor.
¿Qué tiene todo esto
que ver con aprender la Técnica Alexander?
Bueno, es útil saber
cuál es el propósito de la Técnica Alexander, de forma de discernir si es la
mejor herramienta para solucionar tu problema actual.
El principal
propósito de aprender la Técnica Alexander está en llegar a ser capaz de “sentir”,
o sea reconocer cuál es tu reacción ante una situación (la reacción se mide en
la cantidad de tensión innecesaria que generas), y tener instrucciones claras
para darte a ti mismo que te ayuden a volver a un estado de claridad mental, física
y emocional.
A primera vista, te parecerá que estás aprendiendo sobre
la alineación correcta del cuerpo y cómo realizar ciertas actividades que
encuentras difíciles o dolorosas con menos tensión (como ser ¿cómo puedo hablar sin quedarme afónico?).
Pero con el tiempo, te encontrarás que los efectos de ser
consciente de ti mismo y de cómo estás reaccionando ante esas actividades que
te preocupaban, se ha filtrado sin que te des cuenta a cómo piensas sobre todas
tus actividades. El ser consciente de
cómo estás reaccionando se ha vuelto un hábito, y esto desencadena fascinantes
descubrimientos en todas las otras áreas de tu vida (como ser ¿por qué como demasiado cuando voy a
reuniones familiares?). Para algunas situaciones, puede que encuentres que
simplemente usar las instrucciones que aprendiste en clase para soltar el
esfuerzo innecesario es todo lo que necesitas para que la situación entera se
vuelva más fácil y disfrutable.
Sin embargo, algunas situaciones no se prestan para ser “dirigidas”,
y no importa cuándo apliques las instrucciones, te encuentras una y otra vez
con que tu reacción es más fuerte que tus poderes de inhibición. Esto no
significa que la Técnica Alexander te ha fallado. Por el contrario; es posible
que tienes suficiente consciencia para
darte cuenta que estás en problemas porque has aprendido a ser consciente de
ti mismo y tus reacciones en primer lugar. Pero es aquí cuando tratar de “martillar
un clavo con un destornillador” no es tu mejor opción.
Es cierto que, luego de darle con fuerza y tenacidad al
clavo con tu proverbial destornillador, lograrás eventualmente clavarlo. Pero
decime, ¿no hubiese sido mucho más fácil, rápido y eficiente si hubieses usado
un martillo?
Con la Técnica Alexander puedes afinarte a ti mismo para
poder “sentir” cuando tus reacciones te están impidiendo en vez de ayudando a
sobreponerte a tu dificultad. También adquieres una serie de instrucciones que
te pueden dejar en estado óptimo en un abrir y cerrar de ojos. En algunos
casos, esto será todo lo que jamás necesites para disfrutar de tu actividad. Y
en aquellos casos en los que no sea suficiente, tu nueva y flamante auto-conciencia
adquirida te permitirá discernir cuál herramienta sería la más efectiva para la
tarea en particular que tienes entre manos.
¿Preguntas? ¿Respuestas? ¿Comentarios? ¿Dudas? ¿Objeciones?
Te invito a dejármelas en el casillero para comentarios
al final del blog. Me encanta charlar e intercambiar ideas y tu opinión sobre
esto me importa.
Saludos.
Victoria
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viernes, 15 de noviembre de 2013
On 8:38 by Unknown No comments
Bruce ha escrito un libro de
poesías ("Where This Path Begins") inspiradas en el Tao Te King y la Técnica Alexander. En este artículo
comparte uno de sus poemas y su comentario sobre cómo aplica esto a la Técnica
Alexander (y por ende a nuestra forma de ser en el mundo).
El artículo hace eco de mi forma
de pensar y concebir la Técnica Alexander. Existimos a través de nuestra
fisicalidad, todo lo que somos, pensamos y creemos se manifiesta en el cuerpo,
y podemos aprender a percibirlo... entonces, y solo entonces, tendremos la
llave para el cambio, para ser quienes realmente queremos ser.
No creas una palabra de lo que digo
por Bruce Fertman el 9 Noviembre, 2013
Tres
De dónde vienen todos
La arrogancia lleva a la soledad.
La codicia a la pérdida.
Dale a otros y no serás pobre.
Sirve a las personas que te sirven.
Trabaja bajo aquellos que trabajan bajo tuyo.
Aquieta tus propios miedos, y los que te rodean tendrán menos miedo.
Abre tu propio corazón, y los corazones de las gentes se abrirán.
Has esto, y las gentes tendrán lo que necesitan.
Tú tendrás lo que necesitas.
No habrá nada más por hacer.
Comentario Alexander...
Uno de los principios que subyacen a este pasaje es que cambiarnos a nosotros mismos es generalmente la mejor manera de cambiar a otros. La Técnica Alexander también adopta este principio. Practicar la Técnica Alexander significa atendernos a nosotros mismos, hacer nuestro propio trabajo interno. Lo maravilloso de la Técnica Alexander es que nos da una forma de hacer esto físicamente. Nuestros cuerpos son capaces de alertarnos, justo antes de que nos metamos en problemas.
Por ejemplo, "La arrogancia lleva a la soledad". La arrogancia no es solamente una actitud; es un estado físico. La arrogancia se expresa físicamente. La expresión de la arrogancia puede ser abierta o encubierta, pero en ambos casos se puede sentir, discernir. Cuando nuestro sentido kinestésico (propioceptivo) se vuelve lo suficientemente afinado, podemos notar que estamos empujando nuestros cuellos hacia atrás y sobre-estirándolos (cuello-tieso). Podremos notas que estamos inflando el pecho, trabando nuestras rodillas, (y así doblegando a todas las otras rodillas). Una advertencia. Atención. Presta atención. Si prestamos atención a la advertencia, si realmente queremos lo mejor para nosotros y para los otros, se estamos dispuestos a que nuestro ego ceda el paso a lo que es bueno en nosotros, si recordamos que no queremos estar en lo correcto, o ser mejor que otros, sino que queremos estar en paz, entonces podemos soltar esta postura arrogante, la podemos dejar caer, y con ella caerá la arrogancia también, y quizás la soledad también. La energía que usamos para mantener la arrogancia, la cual es considerable, vuelve a nosotros, para ser usada de mejor forma.
John Dewey, uno de los grandes filósofos americanos de la educación, y alumno de Alexander, escribió sobre cómo el trabajo con la Técnica le permitió darse cuenta cuando estaba enredado en sofistería y cuando estaba siendo un verdadero amante de la verdad, literalmente un "filo-sof-o". Luego de años de estudiar la Técnica podía sentir, somáticamente, a través de su sentido kinestésico (propioceptivo), cuando estaba siendo un sofista, y sabía entonces que estaba intentando ganar un debate, en vez de intentar descubrir la verdad, sin importar quién la descubría. Entonces, en estas situaciones, era capaz de hacer el movimiento de retorno a quién era él cuando estaba en sus mejores momentos.
Por ejemplo, "La arrogancia lleva a la soledad". La arrogancia no es solamente una actitud; es un estado físico. La arrogancia se expresa físicamente. La expresión de la arrogancia puede ser abierta o encubierta, pero en ambos casos se puede sentir, discernir. Cuando nuestro sentido kinestésico (propioceptivo) se vuelve lo suficientemente afinado, podemos notar que estamos empujando nuestros cuellos hacia atrás y sobre-estirándolos (cuello-tieso). Podremos notas que estamos inflando el pecho, trabando nuestras rodillas, (y así doblegando a todas las otras rodillas). Una advertencia. Atención. Presta atención. Si prestamos atención a la advertencia, si realmente queremos lo mejor para nosotros y para los otros, se estamos dispuestos a que nuestro ego ceda el paso a lo que es bueno en nosotros, si recordamos que no queremos estar en lo correcto, o ser mejor que otros, sino que queremos estar en paz, entonces podemos soltar esta postura arrogante, la podemos dejar caer, y con ella caerá la arrogancia también, y quizás la soledad también. La energía que usamos para mantener la arrogancia, la cual es considerable, vuelve a nosotros, para ser usada de mejor forma.
John Dewey, uno de los grandes filósofos americanos de la educación, y alumno de Alexander, escribió sobre cómo el trabajo con la Técnica le permitió darse cuenta cuando estaba enredado en sofistería y cuando estaba siendo un verdadero amante de la verdad, literalmente un "filo-sof-o". Luego de años de estudiar la Técnica podía sentir, somáticamente, a través de su sentido kinestésico (propioceptivo), cuando estaba siendo un sofista, y sabía entonces que estaba intentando ganar un debate, en vez de intentar descubrir la verdad, sin importar quién la descubría. Entonces, en estas situaciones, era capaz de hacer el movimiento de retorno a quién era él cuando estaba en sus mejores momentos.
Pero como mi maestra, Marj Barstow solía decir, "No creas una palabra de lo que digo." La filosofía de Lao Tzu no se trata de creer en algo. Se trata de llevar a cabo experimentos de vida. Descubre por ti mismo si lo que dice es verdad.
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