sábado, 14 de diciembre de 2013
On 16:15 by Unknown No comments
“No me siento con
ganas de hacer esto hoy.”
¿Has tenido este pensamiento alguna vez?
Se te aparece justo cuando
sabés que deberías estar haciendo algo que es “bueno” para ti. Y no estoy
hablando de la típica excusa haragana. Hablo de esas veces cuando aparece el
pensamiento más como un pedido físico a la no-acción; y se crea una gran
batalla dentro tuyo. Si lo ignorás y hacés la cosa de todas formas, es como si
hubieses traicionado uno de tus anhelos más profundos sólo por seguir tus supuestos
“principios”. Si le prestás atención y no hacés lo que deberías hacer, la culpa
viene rápidamente a aplastarte con su peso.
Esa era mi situación ayer
mientras rumiaba la decisión de escribir o no mi blog. “Es fin
de año. Estoy cansada. Nadie lo está leyendo,
al menos no a esta altura del año que están todos en otra…” Mi lista de excusas
era larga, pero no tenían validez alguna; la única verdad era que, “Simplemente
no me siento con ganas de escribir
hoy”, y eso a pesar de que ya tenía el blog a medio-escribir, y era sobre un
tema que me apasiona: fines, medios y espejos.
Pero, “No me siento con ganas hoy.”
Entonces paré y escuché lo
que me estaba diciendo a mí misma. “No me siento con ganas de escribir hoy.” Interesante elección de palabras. Eran
ciertas, no me sentía con ganas para
nada en ese momento. Sentía ganas en verdad de dormir una siesta (lo hice),
comer porquerías (admito que lo hice también) y leer una novela para no pensar
en nada por un rato (lo hice). Me fui a dormir de noche sintiéndome culpable,
pero prometiéndome que escribiría el blog al día siguiente.
Sábado. Me desperté e hice
un montón de nada por un rato. Y todavía el pensamiento me perseguía
insistente, “Tendrías que escribir tu blog hoy Vicky”. “No me siento con ganas hoy tampoco,” me dije
airosa, y aplasté el pensamiento molesto bajo la lectura de un par de capítulos
más de la novela que había empezado ayer. Pero, el pensamiento apareceía una y
otra vez, así que decidí finalmente mirarlo de frente.
Verás, es que soy de esas
personas que se toman en serio eso de escuchar a sus voces internas. Estas
voces se las pasan discutiendo entre ellas, pero trato de encontrar cuál es la
que está defendiendo mis mejores intereses en ese día en particular… y cuáles
son simplemente viejos hábitos queriendo instalarse.
Ayer era verdad, estaba realmente cansada, me sentía mal,
mi mente estaba completamente fuera de servicio… necesitaba un descanso urgente
(y cuando duermo una siesta de varias horas, sé que mi cuerpo necesitaba un descanso…
porque no soy de dormir siestas). Así que ayer era cierto, no me sentía con ganas de escribir mi blog, y
era una sensación de todo mi cuerpo,
una especie de mensaje de mi ser completo que gritaba “PARÁ O TE VAS A QUEBRAR”.
Pero hoy, hoy era otra
cosa. La sensación de no querer
escribir mi blog era más una reacción
habitual, una resistencia típica a realizar trabajao que estaba
aprovechándose de mi muy honesta capitulación al descanso de ayer. Así que
agarré al mocoso gremlin de la oreja y le dije que se comportara o lo iba a
tener escribiendo blogs todos los días por un mes. Se fue ofuscado a un rincón
y me sentí libre de prender la computadora y sentarme a escribir.
¿Qué tiene todo esto que ver con la Técnica Alexander?
Todos tenemos sensaciones y
sentimiento, y son guías fantásticas para tener en cuenta. Sin embargo, las
sensaciones y sentimientos pueden ser gremlins tramposos, y tendrías que tomar
sus consejos con un grano de sal. Es por eso que ayuda el tener claros tus principios,
algo hacia lo que referirte cuando tus sentimientos se transforman en gremlins.
Tus principios son como un
espejo o un maestro; te harán saber inmediatamente cuando te estás yendo de
rumbo. Claro que sos libre de irte a donde quieras, pero ellos estarán allí
para recordarte cuál era tu intención original; y mantendrán alta esa bandera
todo el tiempo que necesites. Son tu faro que te guía de vuelta al curso que te
habías planteado cuando estés listo para ello. Sin juicios, solo recordatorios
de lo que tú dijiste que tú querías.
En mi caso era claro. Ayer,
mis sensaciones y sentimientos estaban siendo los campeones de mis principios:
yo creo fielmente en cuidar de mí misma, en cuidar de mi cuerpo, mente y alma,
y eso a veces quiere decir tomarme un DESCANSO. Hoy mis sensaciones y
sentimientos estaban comportándose como gremlins: yo creo en la
auto-disciplina, en ser fiel a mis compromisos; y luego de una noche de
descanso y un día entero de ocio no tenía ya ninguna excusa valedera para
justificar mi haraganería.
Entonces, ¿cómo distinguir una sensación confinable de
un gremlin?
Tres opciones para manejar:
1.
Escuchate a ti mismo. No escuches, las
excusas en tu cabeza: tu mente es excelente justificadora de cualquier acción
que decidas tomar emocionalmente; así que no puedes tomarte tus pensamientos
demasiado en serio. Lo que quiero decir es que escuches a tu ser completo. Es la sensación que tienes algo de todo
tu ser, un sentimiento sobrecogedor o simplemente un molesto gremlin?
2.
Recuerda tus principios fundamentales. ¿Qué tan alineada está esta sensación sobrecogedora con
tus ideales? Recuerda que una adicción puede hacerte sentir que realmente
necesitas algo que en verdad va en contra de tus principios fundamentales.
3.
Busca ayuda externa. Es difícil a veces decidir por ti mismo entre
sensaciones que compiten entre sí, porque estás atrapado en tus hábitos de
pensamiento, movimiento y emoción, y no puedes percibir la cuestión en su
contexto más amplio. Así que encuentra a alguien que pueda ayudarte a arrojar
luz sobre áreas que no estés viendo.
Ya es casi fin de año, y
estamos todos cansados y sobregirados (al menos así parece aquí en Montevideo).
Así que recuerda escuchar a tu cuerpo cuando te pide que pares, mantener tus
principios en mente cuando sentís que querés mandar a todo y todos al demonio,
e irte a tomar un té o café con una amiga cuando ya no puedes manejar tu propia
confusión existencial.
Y si los gremlins no me
atrapan la semana que viene, estaré escribiendo el prometido blog sobre fines,
medios y espejos.
¡Felices fiestas!
Victoria
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