miércoles, 7 de enero de 2015
On 8:56 by Unknown in Aprender a hacer, Cambio, Dirección, El Uso de Sí Mismo, Hábitos, Inhibición, Principios, Técnica Alexander, Unidad Psicofísica No comments
Para “pensarnos hacia el movimiento” primero debemos aclarar nuestro pensamiento.
Esto significa primero
parar para darnos la oportunidad de “decirle no” (inhibir) a nuestra manera
habitual de movernos y reaccionar. Esta manera habitual está conformada
por nuestros patrones de tensión continuos y arraigados que implican un “punto
de partida” o “set point” ineficiente.
Por eso, luego de reconocer el estímulo a la acción,
nos damos una micro pausa, un poco de espacio para observar y (de ser posible)
frenar nuestra reacción habitual y considerar realmente “cómo” queremos
responder.
Lo que queremos es un mejor punto de
partida; por ello le damos lugar a nuestro “movimiento primario”.
Este “movimiento primario”, que concierne la relación dinámica entre cabeza y
columna, nos deja en las mejores condiciones
posibles para cualquier acción: una situación de equilibrio dinámico.
Pero con esto aún no has ido a ninguna parte. Y es el empezar a moverte, y el continuar
moviéndote en la manera que decidiste lo que está en juego aquí.
Tenés que primero habilitar el
movimiento primario. Pero luego tenés que mantenerlo habilitado mientras entrás
en acción, y es aquí cuando tu cerebro reconocerá lo que querés
hacer y querrá insertar el viejo patrón de tensión.
¿Cómo mantener el movimiento primario habilitado
durante el movimiento? Necesitás usar tu mente: atención
plena en cada movimiento, consciencia de tu cuerpo como un todo durante el
movimiento. En la jerga “Alexandriana” a esto se le llama: “mantener tus
direcciones”. F.M. Alexander dijo una vez, “Ustedes creen que la Técnica
Alexander es algo físico; yo les digo que es la cosa más mental que jamás se
haya descubierto.”
Es un estado persistente y continuo de
monitoreo, de atención plena del movimiento y consciencia de ti mismo en
relación a tu espacios internos y externos. Lo que querés
es atraparte cuando el hábito asoma su nariz, para dejarlo ir antes de que tome
por completo el control de tu sistema. Tu monitoreo continuo le da la fuerza,
la energía a la nueva manera.
Así es como construimos un nuevo “hábito”.
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