sábado, 27 de abril de 2013

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¿Te has preguntado alguna vez qué es aprender? ¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que en verdad aprendemos, o enseñamos?

Ha sido mi experiencia, tanto como profesora como alumna, que muy a menudo lo que el profesor quiso enseñar con sus palabras no es lo que el alumno aprehendió e integró a su conocimiento experiencial.

¿Por qué pasa esto?

En un nivel podríamos decir que aprendemos a través del ejemplo y no a través de las palabras o instrucciones. Un profesor que practica lo que dice es más efectivo que aquel que solamente se llena la boca con sus teorías.

Sin embargo, me he encontrado que todo puede ir un nivel más allá que simplemente practicar lo que se dice. Todos conocemos personas que tratan de vivir los valores que promulgan, le ponen un montón de esfuerzo y ahínco al practicar lo que dicen… y todo lo que el resto de nosotros vemos es el esfuerzo y el ahínco. Estas personas a veces son hasta avasallantes con sus ideas e ideales, tratando de hacernos tragar y adoptar sus valores con la misma vehemencia que intentan ellos tragarlos.

Y hete aquí el problema. Cuando nos empujamos y forzamos a cambiar el comportamiento superficial que va en contra de creencias básicas subconscientes que tiran en la dirección contraria, de seguro que vamos a pasar un mal rato. ¿Quién no ha probado hacer una dieta sana pero estricta odiando cada minuto de ello?

Por otro lado, cuando nuestros ideales y valores se han integrado orgánica y sistemáticamente a nuestra constitución básica, son algo así como “invisibles”, no se los puede ver directamente; lo que vemos es su efecto, cómo el equilibrio.

Aprendemos un contexto generado por los principios y creencias que el profesor haya integrado a su vida, o en palabras de la TA, aprendemos el “uso” del profesor. Aprendemos una experiencia sensorial completa que se graba en  nuestros cuerpos, mentes y almas.

Por ejemplo, yo recuerdo poco de lo que se me enseñó a modo de contenido en algunas materias de liceo, pero sí recuerdo cuánto me gustaban algunos profesores, qué tan segura me sentía en su presencia aunque fuesen estrictos. Quizás es su constancia, justicia y responsabilidad lo que recuerdo. Con ellos aprendí sobre el respeto, aunque nunca hablasen directamente del respeto o la responsabilidad; simplemente vivían sus principios y yo los reconocí y tuve una experiencia de ellos.

Aquello que ejerce la influencia más fuerte durante una clase no es lo que el profesor dice creer, y ni siquiera lo que la técnica o método enseñado propone. El aspecto más influyente de una situación de aprendizaje es la concepción o creencia subyacente que el profesor sostenga de las capacidades del ser humano, de cómo el ser está organizado, coordinado e integrado; esto es lo que genera el contexto desde el que imparten su conocimiento.

Aprendemos del ejemplo; o sea, absorbemos los principios reales y vividos del profesor, no lo que que dice sino lo que hace/es. He notado que cuando estoy con un profesor “poderoso” mis capacidades (o discapacidades si resultan ser de los profesores “perniciosos”) se multiplican exponencialmente. Es como que lo que sea que vean en mi se es tan REAL para ellos que yo empiezo a creerlo también, a pesar de mi misma. Un profesor mantiene estable para nuestro beneficio esa concepción más amplia de nuestro potencial, y esto actúa como un imán que atrae nuestros límites desde nuestra auto-definición actual a esa definición más amplia. Es por esto que diferentes maestros nos ayudan a expandirnos en diferentes direcciones; todo depende de dónde han puesto ellos mismo el límite a sus concepciones de los posible y lo imposible.

Estamos aprendiendo todo el tiempo, porque estamos inmersos en contextos todo el tiempo. Todo es una experiencia de aprendizaje que refuerza nuestros patrones habituales o nos abre a nuevas posibilidades.

¿En qué se diferencia un profesor de la Técnica Alexander de otros profesores?

Un profesor de la Técnica Alexander ha sido entrenado para comunicar, a través del uso del tacto, una experiencia de sus concepciones. El alumno recibe una experiencia sensorial, corporal, kinestésica del nuevo paradigma, y esto cambia la definición de las palabras que hasta entonces usaba para describirlo. “Crecer”, “ir hacia arriba”, “expandirse”, “ocupar todo mi espacio” y muchos otros conceptos adquieren todo un nuevo nivel de significado y profundidad.

Y lo que experimentamos con todo nuestro ser se integra, y podemos decir que los SABEMOS, ya no podemos hacernos los ciegos a nuestro potencial.

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