sábado, 14 de enero de 2017
A veces
no sabemos si el cambio es el correcto, y no tenemos feedback inmediato de que
vamos bien rumbeados... o el feedback parece negativo.
Estoy
(re)aprendiendo a correr utilizando los principios de The Art of Running, el
método de Corre-Camina-Corre de Jeff Galloway, la física de Pose Method y
ciertas modificaciones que deducí de mi experiencia con los principios de
organización postural de la Técnica Alexander, el Método Pilates y el método de
Inteligencia del Movimiento de Ruthy Alon. Creo firmemente en la validez de
todos los principios de estas técnicas y su utilidad para lograr una mejor
organización de mi cuerpo y mente en la acción.
Sin
embargo me estoy encontrando que corro más lento que antes, y esto me resulta
muy frustrante. Por un lado confirmo que corro sin dolores: no se inflama mi
tendón de aquiles tanto como antes, no tengo dolor en mi banda iliotibial
izquierda ni molestias en mi flexor de cadera,
no me canso, y jamás me duele nada después de correr aunque no estiro ni
antes ni después (esto último de perezosa nomás). Pero por otro lado me
encuentro que mis tiempos en los 5k se volvieron mucho más lentos.
Esto me
deja en una encrucijada, ¿volver a la forma anterior antes de adquirir hábitos
nuevos, o seguir con el experimento? También entran los miedos. ¿Estaré en lo correcto? ¿Y si estoy haciendo
todo mal y encima me estoy llenando de hábitos raros?
Quizás
es hora de replantearse los objetivos y las metas a largo plazo. ¿Quiero ser
rápida o poder correr por mucho tiempo? ¿Qué estoy dispuesta a sacrificar, y
qué no, en pos de mi objetivo principal?
Esta es
una situación bastante común cuando empezamos a encarar la vida desde la
somática. La somática plantea una forma totalmente diferente de enfrentarse a
los desafíos físicos y mentales. Por lo tanto los parámetros viejos de medición
de eficiencia no siempre son los adecuados.
Esto da
miedo al principio, hasta que aprendemos a confiar. Y aprendemos a confiar
porque vemos resultados. Y vemos resultados porque nos mantenemos firmes en el
nuevo camino.
Quizás
elegimos un nuevo camino sólo cuando nos damos cuenta que el viejo ya no nos
está llevando a dónde queremos, y la única opción es cambiar algo. Cambiar algo
a veces significa retroceder por un tiempo antes de avanzar. Hay que desarmar
lo viejo antes de armar algo nuevo. Quizás no hay que desarmarlo todo, pero
algo siempre hay que reconfigurar. Después de todo, nuestras ideas ya se han
vuelto cuerpo, y no basta cambiar la idea si el cuerpo no cambia. En los
hechos, si el cuerpo no cambia, entonces la idea no ha cambiado tampoco.
¿En qué
confiar entonces? Hay que confiar en los principios. O confiar en el profesor o
mentor que te inspira. O simplemente tocar fondo y confiar que peor que donde
estamos hoy no podemos estar, y que el cambio es todo lo que nos queda para
salir de allí.
En
resumen, el cambio requiere confiar en algo.
- Victoria Stanham
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