viernes, 1 de noviembre de 2013
On 20:27 by Unknown 2 comments
¿Cómo se pone un límite?
No lo sé del todo.
Traté de hacerlo esta semana; una situación que me incomodaba necesitaba ser definida, traída a la luz, expuesta.
Miedo. Odio poner límites.
Le temo a los límites porque son un ESPACIO LIMINAL. Cuando pongo un límite, en verdad lo que estoy creando no es una línea que nos separa, lo tuyo de lo mío; lo que estoy creando es un espacio, un espacio sobre el que aún no tengo control, un lugar donde nos encontraremos tu y yo sin saber qué es de quién, un lugar que deberemos cartografiar juntos, un umbral. Es el umbral del cambio.
Poner límites es crear espacios.
Cuando no distingo entre partes es porque están como amalgamadas, confundidas unas con otras. Como no hay espacio entre ellas no puedo saber en qué dirección va cada cosa.
Esto es verdad en todas las esferas: conmigo misma, con otras personas, y hasta con las partes de mi propio cuerpo (si no distingo entre mi isquión y mi pierna, no puedo darles espacio para expresarse cada uno según su función).
¿Qué ocurre entonces?
Una de las partes domina, la dirección de una de las partes se lleva todo puesto según su hábito y sin considerar a la otra parte involucrada.
¡Recórcholis! ¡Qué contratiempo!
Entonces, para que esto no ocurra, la parte más 'débil' se endurece en su posición, y más que un límite (un espacio) crea una muralla: "No me gusta lo que hacés, así que hasta acá llegamos. Y punto." Eso no es poner un límite, eso es cortar la comunicación, retirarse del contacto con el otro.
El miedo al contacto es el miedo a la fusión, es el miedo al límite, es no comprender que todo tiene su justo lugar según el diseño. El miedo al contacto, el miedo al límite, es miedo a no tener las cosas claras por un rato y sostener ese espacio de anomia.
El límite es un portal, el lugar de Mercurio, un umbral, un lugar donde aún no hay reglas, donde lo viejo se disuelve para convertirse en lo nuevo. Un lugar sin reglas aún, porque no se conocen, porque hay que vivir y sostener ese espacio durante un tiempo hasta encontrarle la lógica, porque es el reino del 'trickster', el pícaro divino.
Con Mercurio retrógrado (según me informan conocidos adeptos a la astrología) la comunicación y los límites has sido temas en relieve para mi estas últimas semanas.
Y tú, ¿cómo manejas el tema de los límites?
No lo sé del todo.
Traté de hacerlo esta semana; una situación que me incomodaba necesitaba ser definida, traída a la luz, expuesta.
Miedo. Odio poner límites.
Le temo a los límites porque son un ESPACIO LIMINAL. Cuando pongo un límite, en verdad lo que estoy creando no es una línea que nos separa, lo tuyo de lo mío; lo que estoy creando es un espacio, un espacio sobre el que aún no tengo control, un lugar donde nos encontraremos tu y yo sin saber qué es de quién, un lugar que deberemos cartografiar juntos, un umbral. Es el umbral del cambio.
Poner límites es crear espacios.
Image courtesy of jannon 028 / FreeDigitalPhotos.net |
Cuando no distingo entre partes es porque están como amalgamadas, confundidas unas con otras. Como no hay espacio entre ellas no puedo saber en qué dirección va cada cosa.
Esto es verdad en todas las esferas: conmigo misma, con otras personas, y hasta con las partes de mi propio cuerpo (si no distingo entre mi isquión y mi pierna, no puedo darles espacio para expresarse cada uno según su función).
¿Qué ocurre entonces?
Una de las partes domina, la dirección de una de las partes se lleva todo puesto según su hábito y sin considerar a la otra parte involucrada.
¡Recórcholis! ¡Qué contratiempo!
Entonces, para que esto no ocurra, la parte más 'débil' se endurece en su posición, y más que un límite (un espacio) crea una muralla: "No me gusta lo que hacés, así que hasta acá llegamos. Y punto." Eso no es poner un límite, eso es cortar la comunicación, retirarse del contacto con el otro.
El miedo al contacto es el miedo a la fusión, es el miedo al límite, es no comprender que todo tiene su justo lugar según el diseño. El miedo al contacto, el miedo al límite, es miedo a no tener las cosas claras por un rato y sostener ese espacio de anomia.
El límite es un portal, el lugar de Mercurio, un umbral, un lugar donde aún no hay reglas, donde lo viejo se disuelve para convertirse en lo nuevo. Un lugar sin reglas aún, porque no se conocen, porque hay que vivir y sostener ese espacio durante un tiempo hasta encontrarle la lógica, porque es el reino del 'trickster', el pícaro divino.
Con Mercurio retrógrado (según me informan conocidos adeptos a la astrología) la comunicación y los límites has sido temas en relieve para mi estas últimas semanas.
Y tú, ¿cómo manejas el tema de los límites?
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Uff es dificil poner limites, me cuesta mucho, porque nunca lo vi como para crear un espacio. Me parecio muy interesante y me dejo pensando...voy a tener que trabajar en eso. Bso!
ResponderEliminarHola Griselda!
EliminarMe alegro que se te haya abierto una nueva posibilidad. Si te animás a jugar con la idea va a ser como entrar al espacio liminal a ver qué onda con esto nuevo.
A mi me sirve pensar que 'poner un límite' es abrir un espacio para el diálogo y para que surja algo nuevo. Obviamente que siento miedo, porque por definición, en los espacios nuevos no conocemos las reglas ni sabemos qué ocurrirá. Pero también puede ser divertido no tener reglas por un rato.
Suerte!