jueves, 30 de mayo de 2013
On 21:56 by Unknown in Propósito No comments
¿Te has encontrado alguna vez en
medio de una acción (probablemente de una acción habitual… razón por la cual “te encuentras a ti mismo en medio de ella”) acosado por la
pregunta: “¿Por qué diablos estoy haciendo esto?”
Ayer estaba ayudando en la Escuela Uruguaya de Técnica Alexander. La maravillosa Georgia Dias (que nos está visitando por una semana) acababa de terminar de dar sus turnos a los alumnos de la escuela, y encontrándose con unos minutos libres antes del recreo, ofreció darme un turno corto. Obviamente acepté el ofrecimiento sin pensarlo, siempre feliz de que trabajen conmigo con la Técnica.
No hubo problemas ni cuestionamientos con esta parte. No necesito pensar demasiado el por qué me gusta recibir una clase de TA: simplemente me fascina el proceso de auto-descubrimiento, el volver a mi espalda, el soltar mi cuello, el contacto renovado con mis pies y mis isquiones, el desafío a mis hábitos de pensamiento y acción, la oportunidad de inhibir lo viejo para dejarme sorprender por el inesperado nuevo resultado.
El problema surgió cuando intercambiamos roles. Una vez que Georgia hubo terminado de darme mi turno, automáticamente me ofrecí a devolverle el favor. Felizmente puse mis manos sobre ella, pasé por una serie de posiciones de manos habituales y de repente me encontré acosada por un pensamiento: “¿Qué se supone que estoy haciendo? ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Cuál es mi propósito en esta situación? ¿Y cuál es el de ella? ¡Ni siquiera le he preguntado a ella qué quiere! Y ella tiene tanta más experiencia que yo en esto. ¿Qué es lo que pretendo enseñarle yo a ella?” Me encontré automáticamente transportada a otras ocasiones en las que me he encontrado en la misma situación: poniendo mis manos sobre profesores más experimentados que yo en la Técnica, y viéndome paralizada por el sin-sentido de la situación.
No voy a entrar en la parte de las dudas existenciales que aparecieron en mi mente (¿Soy buena en esto? ¿Qué pensará de mí? ¿Estaré haciéndolo bien?), porque lo que me resultó más interesante de la experiencia fue el hecho que no había estado clara sobre mi propósito, y al no estar clara yo, no me había tomado el tiempo de entrar en contacto con esta persona bajo mis manos y preguntarle cuál era su necesidad o deseo en este intercambio.
Hablando más tarde con una colega profesora de la TA, le hice la pregunta: “¿Cuál es tu propósito cuando le das un turno a una profesora más experimentada que tú?” Me dio la mejor respuesta que podía esperar: “Bueno, el mismo propósito que cuando le doy un turno a cualquier otra persona, entrar en contacto con ella y descubrir todo lo que pueda y se me permita sobre ella.”
¡Claro! Yo había estado alimentando esta noción tergiversada de que los profesores más experimentados en la Técnica Alexander no eran como todo el resto de la gente: seres humanos con sus necesidades e historias propias, tan abiertos al contacto como cualquier otro. También me estaba olvidando de uno de los aspectos más importantes de la Técnica: este es un proceso de descubrimiento, no un producto terminado.
Estamos todos aprendiendo (y estamos todos enseñando) todo el tiempo. ¡La lección más importante que me dio Georgia no se dio mientras ella interpretaba el rol de profesora, sino cuando interpretó el rol de alumna!
Así que gracias a todos mis profesores (o sea todo ustedes) por las lecciones que me dan cada día.
Ayer estaba ayudando en la Escuela Uruguaya de Técnica Alexander. La maravillosa Georgia Dias (que nos está visitando por una semana) acababa de terminar de dar sus turnos a los alumnos de la escuela, y encontrándose con unos minutos libres antes del recreo, ofreció darme un turno corto. Obviamente acepté el ofrecimiento sin pensarlo, siempre feliz de que trabajen conmigo con la Técnica.
No hubo problemas ni cuestionamientos con esta parte. No necesito pensar demasiado el por qué me gusta recibir una clase de TA: simplemente me fascina el proceso de auto-descubrimiento, el volver a mi espalda, el soltar mi cuello, el contacto renovado con mis pies y mis isquiones, el desafío a mis hábitos de pensamiento y acción, la oportunidad de inhibir lo viejo para dejarme sorprender por el inesperado nuevo resultado.
El problema surgió cuando intercambiamos roles. Una vez que Georgia hubo terminado de darme mi turno, automáticamente me ofrecí a devolverle el favor. Felizmente puse mis manos sobre ella, pasé por una serie de posiciones de manos habituales y de repente me encontré acosada por un pensamiento: “¿Qué se supone que estoy haciendo? ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Cuál es mi propósito en esta situación? ¿Y cuál es el de ella? ¡Ni siquiera le he preguntado a ella qué quiere! Y ella tiene tanta más experiencia que yo en esto. ¿Qué es lo que pretendo enseñarle yo a ella?” Me encontré automáticamente transportada a otras ocasiones en las que me he encontrado en la misma situación: poniendo mis manos sobre profesores más experimentados que yo en la Técnica, y viéndome paralizada por el sin-sentido de la situación.
No voy a entrar en la parte de las dudas existenciales que aparecieron en mi mente (¿Soy buena en esto? ¿Qué pensará de mí? ¿Estaré haciéndolo bien?), porque lo que me resultó más interesante de la experiencia fue el hecho que no había estado clara sobre mi propósito, y al no estar clara yo, no me había tomado el tiempo de entrar en contacto con esta persona bajo mis manos y preguntarle cuál era su necesidad o deseo en este intercambio.
Hablando más tarde con una colega profesora de la TA, le hice la pregunta: “¿Cuál es tu propósito cuando le das un turno a una profesora más experimentada que tú?” Me dio la mejor respuesta que podía esperar: “Bueno, el mismo propósito que cuando le doy un turno a cualquier otra persona, entrar en contacto con ella y descubrir todo lo que pueda y se me permita sobre ella.”
¡Claro! Yo había estado alimentando esta noción tergiversada de que los profesores más experimentados en la Técnica Alexander no eran como todo el resto de la gente: seres humanos con sus necesidades e historias propias, tan abiertos al contacto como cualquier otro. También me estaba olvidando de uno de los aspectos más importantes de la Técnica: este es un proceso de descubrimiento, no un producto terminado.
Estamos todos aprendiendo (y estamos todos enseñando) todo el tiempo. ¡La lección más importante que me dio Georgia no se dio mientras ella interpretaba el rol de profesora, sino cuando interpretó el rol de alumna!
Así que gracias a todos mis profesores (o sea todo ustedes) por las lecciones que me dan cada día.
lunes, 27 de mayo de 2013
On 19:58 by Unknown in Postura No comments
Imogen Ragone es una profesora americana, que enseña en Wilmington, Delaware.
Y más interesante aún, cuando tratamos de hundir la panza, puede que se afine esa parte de nuestro cuerpo, pero no es solo difícil de mantener (¡y de respirar!), sino que también deforma al resto del cuerpo de una forma muy poco atractiva.
Imogen es una experta auto-didacta en esto de los blogs sobre la Técnica Alexander. Su blog contiene varios artículos fáciles de entender para "no iniciados" en la Técnica que explican los beneficios del método y lo presentan de forma accesible al público en general.
En esta ocasión nos presenta un artículo sobre uno de los beneficios escondidos de la TA: ¡lucimos más delgados!
El artículo en inglés lo encontrarás en:
¡La Técnica Alexander te ayuda a verte bien!
La Técnica Alexander es un maravilloso método que nos ayuda a hacernos conscientes de, y a cambiar, hábitos corporales y mentales perjudiciales, lo cual es enormemente beneficioso para mejorar la postura y la coordinación, aliviar el dolor (por ejemplo dolor de espalda, dolores crónicos de varios tipos) y mejorar nuestro funcionamiento general.
Hay un beneficio del cual, sin embargo, raramente se habla, y hasta yo vacilo antes de mencionarlo. ¡Pero aquí va! ¡Usar la Técnica Alexander mejora tu apariencia! ¡Te ayuda a verte bien!
Si logramos aprender a soltar el colapso hacia abajo y hacia adentro, no sólo nos sentimos mejor, nos vemos mejor también. De hecho puedo hasta decir que en la mayoría de los casos incluso nos vemos más delgados.
A su vez, si soltamos esa espalda excesivamente arqueada (a menudo confundida con la acción de "pararse derecho"), y la tensión inherente que va con ella, ¡también presentamos un perfil más elegante!
Y más interesante aún, cuando tratamos de hundir la panza, puede que se afine esa parte de nuestro cuerpo, pero no es solo difícil de mantener (¡y de respirar!), sino que también deforma al resto del cuerpo de una forma muy poco atractiva.
Aquí me ven hundiendo la panza, lo cual me hace lucir más delgada... temporalmente. Estoy usando tanta tensión para hacer esto que no puedo mantenerlo por mucho rato. La "hundida" está distorsionando otras partes de mi cuerpo. Mi cuello está tieso y mis hombros se han colapsado hacia adentro y me veo muy tensa. Por otro lado mi pelvis se ha retrovertido de forma antinatural - ¡no es un buen look para mi trasero!
Muchas celebridades han estudiado la Técnica Alexander. Victoria Beckham se volvió a la Técnica Alexander para combatir su mala postura y look de hombros caídos, temiendo que “su amor por los zapatos lujosos la dejaría con un look encorvado con el pasar de los años".
Y el actor Hugh Jackman, en esta entrevista, habla de cómo la Técnica Alexander lo ha ayudado a lograr "¡una postura increíblemente buena con una increíble relajación!"
¿Si has estudiado la Técnica Alexander, has notado tú, o han notado otros en ti, mejoras en tu apariencia?
Artículo original escrito por: Imogen Ragone
Traducción al español por: Victoria Stanham
viernes, 24 de mayo de 2013
On 20:35 by Unknown in Aprender a hacer No comments
Dentro de los beneficios más tangibles y duraderos que me ha dado la Técnica Alexander está sin duda el haber aprendido a "hacer".
¿A "hacer" qué? Bueno, a "hacer" simplemente, cualquier cosa.
Antes yo creía que había cosas que yo "no podía hacer". Mis escusas para "no poder hacer" eran muchas: no tengo el talento, no tengo la fuerza, no nací para eso, no tengo el cuerpo para eso, soy muy bajita, no me da la energía, etc.
Hoy sé que muchas de las cosas que no me permitía ni probar hacer como para no decepcionarme, están a mi alcance, si me lo propongo. Quizás no lo haga como una pro, pero lo puedo hacer; quizás me lleve más tiempo que a aquél que tiene la fuerza, habilidad, talento o fisionomía adecuada para la actividad, pero lo puedo hacer; y, sobre todo, quizás no logre mi cometido por el camino que me imaginaba, pero lo logro.
La Técnica Alexander me ha sido un invalorable entrenamiento en una forma de encarar cualquier actividad. Propone una serie de pasos simples y asequibles para cualquiera que se lo proponga.
Ante la recepción de un estímulo cualquiera que me pida una acción/reacción, los pasos son:
1. Parar antes de actuar/reaccionar, (para poder "volver a mí" y pensar).
2. Reconocer qué me está pidiendo ese estímulo
3. Decidir qué tipo de respuesta quiero darle
4. Reconocer qué necesito dejar de hacer y qué necesito hacer para esa respuesta
5. Darle permiso a mi respuesta
6. Monitorear/observar los efectos de mi respuesta durante su ejecución
Por ejemplo, digamos que suena el teléfono en el cuarto de al lado de donde yo estoy en escribiendo este blog. Mi hábito sería saltar de la silla automáticamente y correr a atenderlo. Pero (si logro detenerme antes de salir corriendo) puedo escuchar el estímulo del ring que interrumpe mi tren de pensamiento y:
1. Frenar mi impulso por salir corriendo y, en vez, soltar todo lo que se activó por mi hábito, ¡respirar!
2. Reconocer que el ring pide respuesta, pero que soy yo quien decide ¡respirar!
3. Elegir si quiero atender la llamada o ignorarla ¡respirar!
4. En el caso de decidir atenderla, dejo mi blog (física, mental y emocionalmente) y me focalizo en la acción de atender ¡y sigo respirando!
5. Me dirijo (mental, emocional y físicamente) a la acción de atender la llamada ¡respirar!
6. Intento observar la calidad y cualidad de mi acción durante la llamada (me quedo en mí) según me permita la intensidad del estímulo. ¡seguir respirando!
Al tomar clases de Técnica Alexander tengo además la ventaja de contar con el "espejo sensible" del profesor. El profesor me ayuda a reconocer los lugares donde todavía no he soltado mi hábito anterior, y de esa manera aumento mi apreciación sensorial de mí misma. Ese refinamiento de mi apreciación sensorial es el que me permite tener una respuesta cada vez más eficiente y eficaz a los estímulos; y al usar mejor mi energía, todo se vuelve más liviano, disfrutable, y satisfactorio.
¡Ahora me sobra energía! Y esa energía la pueda usar para hacer más de lo que quiero.
lunes, 20 de mayo de 2013
On 7:58 by Unknown No comments
Existen cantidades de blogs en inglés sobre la Técnica Alexander, con contenidos de calidad, información útil, visiones interesantes. Es una lástima que el idioma impida a algunos el acceso a esta información.
Por lo tanto he conseguido el permiso de varios profesores que escriben estos blogs para traducir algunos de sus posts al español.
Aviso que no soy traductora profesional. A su vez, soy uruguaya, y el español del Río de la Plata puede ser un poco diferente al español de otras zonas hispano-parlantes. Las traducciones tienen pequeñas aclaraciones en cursiva y entre paréntesis cuando las considero pertinentes para una mejor comprensión del significado del texto.
Aquí va la primera traducción de un artículo escrito por Mark Josefsberg que enseña la Técnica Alexander en Nueva York.
Mark escribe con claridad, destilando los principios de la Técnica Alexander en consejos prácticos, utilizando terminología simple y de uso cotidiano.
En este blog nos da 20 consejos prácticos para aliviar tensión (por ejemplo en este momento mientras lees este blog en tu pantalla).
Fue el primer blog que leí de él y me encantó lo simple y claro que es, lo fácil que es aplicar sus consejos, y lo necesario que es recordarlos constantemente (¡incluso para adeptos de la Técnica Alexander!).
(Accesso directo al artículo en inglés: http://markjosefsberg.com/stress/top-20-tips-how-to-release-tension)
Por lo tanto he conseguido el permiso de varios profesores que escriben estos blogs para traducir algunos de sus posts al español.
Aviso que no soy traductora profesional. A su vez, soy uruguaya, y el español del Río de la Plata puede ser un poco diferente al español de otras zonas hispano-parlantes. Las traducciones tienen pequeñas aclaraciones en cursiva y entre paréntesis cuando las considero pertinentes para una mejor comprensión del significado del texto.
Aquí va la primera traducción de un artículo escrito por Mark Josefsberg que enseña la Técnica Alexander en Nueva York.
Mark escribe con claridad, destilando los principios de la Técnica Alexander en consejos prácticos, utilizando terminología simple y de uso cotidiano.
En este blog nos da 20 consejos prácticos para aliviar tensión (por ejemplo en este momento mientras lees este blog en tu pantalla).
Fue el primer blog que leí de él y me encantó lo simple y claro que es, lo fácil que es aplicar sus consejos, y lo necesario que es recordarlos constantemente (¡incluso para adeptos de la Técnica Alexander!).
(Accesso directo al artículo en inglés: http://markjosefsberg.com/stress/top-20-tips-how-to-release-tension)
20 Consejos para aliviar tensión
16 de Abril, 2012 por Mark Josefsberg
1. Pausa…Respira profundamente…
2. Toma conciencia de los músculos de la parte posterior de tu cuello, y luego relájalos.
3. Esto hará que tu cabeza se mueva hacia arriba.
4. Libera tu cuello nuevamente, y levemente y despacito lleva tu nariz un poquito hacia abajo.
5. Repite desde el comienzo. (1,2,3,4.) Permítele a los huesitos de tus asentaderas (isquiones) soltarse hacia abajo, hacia la silla pero, en oposición, tu torso y cabeza se desplazan hacia arriba.
6. Permítele a tu mandíbula colgar abierta, incluso cuando tus labios estén cerrados. Dientes separados, labios tocándose levemente.
7. Permítele a tu garganta abrirse como si estuvieses a punto de susurrar 'ah'.
8. Repite los pasos 1, 2, 3, y 4.
9. Permítele a tus hombros descansar sobre tu caja costal. Nota si los estás levantando. Sonríe, y permíteles descender sin forzarlos.
10. Mientras estés sentado, suelta el exceso de tensión de tus piernas, sin colapsar tu torso.
11. Imagina que tus rodillas se alejan de tu torso, y se alejan entre sí.
12. Nota si estás apretando tus piernas una contra la otra. Relaja los músculos de tus muslos (cuádriceps). Vuelve a liberar tu cuello del exceso de tensión.
13. Nota si estás apretándote, en cualquier parte.
14. Vuelve a los pasos 1, 2, 3, 4. Respira profundamente.
15. Fíjate si puedes hacer menos con tus dedos, manos, bíceps, y hombros.
16. Piensa en algo gracioso o agradable y sonríe. Incluye en este acto los músculos del rabillo del ojo (sonríe con los ojos).
17. Exhala por la boca a la vez que susurras 'ah'. Permite que el aire retorne por tu nariz, silenciosamente. Repite.
18. Lleva tu conciencia a tu frente y músculos faciales.
19. Nota si estás mirando estas palabras con demasiada intensidad, y fíjate si tu mirada puede ser más suave.
20. Susurra 'ah' en una larga exhalación. Inhala por la nariz, silenciosamente.
Por Mark Josefsberg-Alexander Technique NYC
jueves, 16 de mayo de 2013
Un colega profesor de la Técnica Alexander me pidió que explicara mejor el "cambio profundo" que atravesé gracias a la Técnica, y del cual he estado hablando en blogs anteriores. Trataré de honrar sus preguntas lo mejor que pueda, sabiendo de sobra que estos son temas difíciles de poner en palabras, y que mis palabras no serán comprendidas como yo pretendí, sino desde la perspectiva y experiencia de cada lector.
A pesar de esto, trataré de responder cada pregunta que se me hizo lo mejor que pueda. Puede ser que me lleve varios blogs cubrir todos los puntos.
Acá va...
Yo había estado tomando clases de Técnica Alexander durante varios años antes de decidir formarme como profesora. No había sido uno de esos alumnos que tienen experiencias que le cambian la vida en sus clases individuales (o al menos los cambios que ocurrían no se hacían notar en mi conciencia aún), pero me sentía poderosamente atraída por el trabajo de la Técnica en sí mismo.
Fue durante mi formación como profesora que mi perspectiva del mundo empezó a mutar.
Verán, yo había sido toda la vida una alumna ejemplar, la mejor de la clase vaya donde vaya. Pero de repente me encontré inmersa en un paradigma diferente de enseñanza y aprendizaje; todas mis nociones anteriores de lo que significaba ser un alumno o un profesor perdieron valor, y quedé en un estado de confusión total. No sabía cómo "ser la mejor" en esto. Entré en pánico: todos mis recursos anteriores parecían carecer de sentido en este nuevo paradigma de aprendizaje.
Lo que me mantuvo a flote fueron mis profesoras, en especial la directora de la Escuela: Carmen Tarnowski.
Con su "blend" personal de experiencia de vida, experiencia en la Técnica Alexander, pasión por citar a Shakespeare, filosofía Advaita Vedanta y conocimiento Ayurvédico, mantuvo encendido la luz del faro: una inspiradora visión del increíble potencial que yace dormido y latente en cada ser humano. Ella dijo que el objetivo de la Técnica era descubrir nuestros verdaderos talentos, aquellos que sabemos tenemos pero no podemos acceder, y aquellos que no sabemos tener pero que florecerán a su debido tiempo. Me gustó muchísimo esa definición.
Su fe en mí, su respeto por mi proceso, su profunda comprensión de la unidad psicofísica, y por sobre todo su profundo respeto por y aliento de aquellos talentos que veía en mí me ayudaron a tener fe en mí misma también. Y es sólo con fe que se puede dar el salto al vacío, ese salto de lo conocido hacia lo desconocido.
Así fue como ella mantuvo estables los límites del nuevo paradigma, esa nueva forma de ser en el mundo, mientras yo daba mis primeros y tentativos pasos hacia lo desconocido.
Desde entonces "lo desconocido" me ha volado la cabeza más allá de los límites de cualquier paradigma que hubiese imaginado anteriormente. Pero eso es material para un futuro blog.
jueves, 9 de mayo de 2013
"¿Qué tan lejos puedo llegar con las clases de Técnica Alexander?" Una alumna me preguntó esto el otro día.
"Bueno, ¿qué tan lejos quieres llegar?", le pregunté yo.
Personalmente, la Técnica me ha llevado a lugares más allá de los confines de mi imaginación. Soy una optimista confirmada en lo que respecta al alcance y vastedad de esta Técnica. Ella me ha ayudado a cambiar profundamente en lugares que no podría haberme imaginado antes, porque esos lugares a los que llegué estaban más allá del límite de lo conocido para mí hasta entonces.
Entonces, ¿qué tan lejos puedo llegar con las clases?
Una vez más respondo, ¿qué tan profundo realmente quieres ir?
Todo dependerá de cuánta auto-responsabilidad estás dispuesto a asumir.
Si vas por el 100% de responsabilidad preparate para un cambio completo de paradigma, tu forma de experimentar la vida, to forma de ser en este mundo están por ser desafiadas; la piedra fundamental de tu identidad auto-limitante está a punto de ser puesta en cuestión.
La TA puede ayudarte a transformar tu perspectiva sobre la Vida en sí misma. Un acto simple, sea pararte, sentarte, tomar algo, puede adquirir todo un nuevo significado. El fin, o el acto en sí mismo, pasa a segundo plano ante la pura experiencia de realizarlo desde un nuevo lugar. Como me dijo una alumna y buena amiga hoy, "Este trabajo desafía mi idea de mi misma; me siento más grande, más alta, más poderosa; nunca creí que ir a las cuclillas podía ser una experiencia tan iluminadora."
"Bueno, ¿qué tan lejos quieres llegar?", le pregunté yo.
Personalmente, la Técnica me ha llevado a lugares más allá de los confines de mi imaginación. Soy una optimista confirmada en lo que respecta al alcance y vastedad de esta Técnica. Ella me ha ayudado a cambiar profundamente en lugares que no podría haberme imaginado antes, porque esos lugares a los que llegué estaban más allá del límite de lo conocido para mí hasta entonces.
Entonces, ¿qué tan lejos puedo llegar con las clases?
Una vez más respondo, ¿qué tan profundo realmente quieres ir?
Todo dependerá de cuánta auto-responsabilidad estás dispuesto a asumir.
Si vas por el 100% de responsabilidad preparate para un cambio completo de paradigma, tu forma de experimentar la vida, to forma de ser en este mundo están por ser desafiadas; la piedra fundamental de tu identidad auto-limitante está a punto de ser puesta en cuestión.
La TA puede ayudarte a transformar tu perspectiva sobre la Vida en sí misma. Un acto simple, sea pararte, sentarte, tomar algo, puede adquirir todo un nuevo significado. El fin, o el acto en sí mismo, pasa a segundo plano ante la pura experiencia de realizarlo desde un nuevo lugar. Como me dijo una alumna y buena amiga hoy, "Este trabajo desafía mi idea de mi misma; me siento más grande, más alta, más poderosa; nunca creí que ir a las cuclillas podía ser una experiencia tan iluminadora."
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