viernes, 22 de marzo de 2013
On 14:45 by Unknown No comments
Mis mejores profesores son mis alumnos. Clase a clase aprendo algo nuevo con cada uno de ellos. Quizás no se dan cuenta de lo que me enseñan, quizás sí.
Las mejores enseñanzas vienen con las preguntas. Pero para poder tomar la enseñanza es necesario aprender el arte de recibir la pregunta.
Como con el contacto, hay 2 formas de recibir una pregunta: como un ataque o como una invitación.
Cuando recibo la pregunta como un ataque, si entro en pánico o me siento amenazada por algo de la pregunta, mi reacción entra en alguna de 3 respuestas estereotipadas: ataco de vuelta, defendiendo mi posición ante el atrevido que osa cuestionar mi integridad; me escapo, evadiéndome de la pregunta y del tema que intenta abordar, dando una respuesta esquiva o tangencial; o me congelo, aquí es cuando entro en pánico total y ya no sé ni cómo responder.
Ahora, cuando recibo la pregunta como una invitación todo cambia. Primeramente me doy un momento para realmente recibirla, escucharla y dejarla hacer eco en mi. En ese espacio receptivo y abierto dejo que llegue a mi conciencia de todos los rincones de mi experiencia la información que tejerá mi respuesta. Cuando estoy realmente tranquila este es un proceso casi mágico, soy testigo de cómo se interconecta la información y aparece una respuesta nueva que me sorprende.
Y este es el proceso de la Técnica Alexander aplicado al arte de la pregunta y la respuesta.
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