domingo, 28 de mayo de 2017
On 20:44 by Unknown in Auto Observación, Cambio, Dolor, Fisioterapia, Lesiones, Percepción, Principios, Técnica Alexander, Unidad Psicofísica No comments
Es casi un
chiste con mi pareja que cada vez que a él o a mi nos duele algo, físico o
psíquico, invariablemente culpo al clima o a cualquier otro suceso atmosférico
o estratosférico que esté ocurriendo en ese momento.
Ahora
bien, no hago esto para liberarme de mi parte de responsabilidad en la situación
doliente; es más un tema de poner mis problemas dentro de un contexto más
amplio y reconocer como, en cierta medida, todo ejerce su influencia sobre todo
lo demás y nada existe en un tupper aislado.
Reconocer la
interrelación de todo me devuelve un poco de poder, ya que pone ciertas
acciones a mi alcance. Quizás no pueda hacer nada por solucionar directamente
lo que me duele, pero sí puedo jugar un poco con modificar mis circunstancias,
mi contexto, mi ambiente interno o externo (ponerme un buzo, limpiar la casa,
tomar agua, salir a correr, dormir una siesta, etc.) para acomodarme mejor a
las condiciones “atmosféricas” presentes. A veces, es trabajando sobre algo
aparentemente alejado y desconectado de mi problema actual que el tema en
cuestión parece solucionarse “mágicamente” y por sí solito.
Algo
parecido ocurre con los dolores o lesiones articulares.
Por
ejemplo, cada tanto alguno de mis alumnos de re-educación postural viene con un
problema de hombro… una tendinitis digamos. No soy ninguna experta en hombro, y
por tanto asumo que para cuando llegan a mí ya han visto al especialista y
tienen un diagnóstico y han seguido algún tratamiento convencional (si no han
visto a un especialista y están con dolor los insto a consultar).
Pero en lo
que a mi trabajo se refiere, no me focalizo tanto en trabajar directamente sobre
ese hombro. Lo que a mí me interesa es ver cómo todo el resto del cuerpo está
trabajando en relación al funcionamiento de ese hombro.
Es fácil
asumir que si lo que duele es el hombro entonces el problema es del hombro y lo
que debe ser tratado es el hombro… Pero esto no es necesariamente así. Es más,
a veces el hombro está tan dolorido e inflamado que es mejor ni siquiera mover
la articulación directamente, o totalmente, ya que hacerlo sólo aumentaría la
irritación de los tejidos del área y por tanto el dolor en la zona.
Por lo
tanto, generalmente comienzo mi trabajo evaluando el movimiento en otras
articulaciones y cómo estos movimientos repercuten en la gran autopista de la
comunicación de los movimientos del cuerpo: la columna vertebral.
En la
Técnica Alexander, así como en muchas otras modalidades de movimiento somático,
se trabaja desde la perspectiva del cuerpo como una unidad (también se trabaja
desde la perspectiva de la unidad mente-cuerpo… pero eso es tema para otro
artículo).
Por lo
tanto, en cualquier evaluación de las capacidades o incapacidades de movimiento
de una parte específica del cuerpo, se toma en consideración las capacidades e
incapacidades de movimiento de todas las otras partes, y cómo esto afecta a la
primera parte en cuestión.
En otras
palabras, todas las articulaciones del cuerpo (articulación es dónde dos o más
huesos se encuentran y relacionan) están relacionadas de alguna manera, son
todas parientes cercanas o lejanas y forman una gran “familia de
articulaciones”. Por eso, si un integrante de esta gran familia tiene problemas
para cumplir sus funciones (por la razón que sea), todas las otras
articulaciones van a compensar de alguna manera el desequilibrio funcional con
tal de mantener a la familia unida y funcionando.
Tomemos a
la columna vertebral como ejemplo.
Tu columna
está formada por más de 24 vértebras (huesitos) apiladas una sobre la otra en
una unidad funcional flexible y ondulatoria. O sea, que tan sólo en la columna
hay por lo tanto más de 24 articulaciones. Una columna sana y coordinada puede
doblarse hacia adelante, atrás, derecha, izquierda y torsionarse sobre sí
misma. No todas las articulaciones de la columna pueden moverse la misma
cantidad en todas las direcciones, pero pueden moverse un poquito al menos en
cada dirección.
Cuando
todas las articulaciones inter-vertebrales colaboran con la cantidad justa de grados
de movilidad hacia la realización de cualquiera de las acciones de la columna,
el movimiento resultante es percibido como elegante y armonioso, tanto por
quien lo ejecuta como por quien lo observa.
Por otro
lado, cuando una o varias de las articulaciones inter-vertebrales, por la razón
que sea, pierde su capacidad de colaborar con sus grados de movilidad a las
acciones de la columna, esta falta de movimiento es compensada por las otras
articulaciones inter-vertebrales (y por todas las otras articulaciones del
cuerpo claro). Esto significa que algunas articulaciones se mueven menos de lo
necesario y otras pasan a moverse demasiado. El resultado es un movimiento que
se percibe rígido y descoordinado.
El
problema no es estético, ya que nos podemos acostumbrar a y habituar los
movimientos más extraños, las coordinaciones más inverosímiles y las modas
posturales más incomprensibles, incluso si estas al principio van en contra de
nuestro sentido del ritmo, la armonía y el “flow”.
El
problema es que cuanto más compensan con hiper-movilidad ciertas articulaciones
la falta de movilidad en otras articulaciones, eventualmente llegamos al punto
donde no hay más adaptación posible sin lastimarnos de alguna manera.
Quedamos
entonces ante un escenario poco alentador: por un lado se arrestó nuestra
capacidad de movernos en cierta dirección lo cual puede derribar nuestra fe en
nuestra capacidad de progresar; por otro lado, si insistimos en avanzar a como
sea e intentamos derribar el sano límite que nos está marcando el cuerpo,
podemos llegar a lesionarnos… y seguramente nos lesionemos aquellas
articulaciones que llegaron al límite de su capacidad de compensación.
Volviendo
entonces al ejemplo del hombro lesionado: ¿es el hombro el problema?
Probablemente
no.
¿Necesita
tratamiento el hombro?
Sí, estoy
100% a favor de recurrir al fisioterapeuta para recibir tratamiento para los
tejidos dañados, de forma que estos tengan las mejores chances de
reconstituirse correcta y rápidamente.
Pero ¿se
curará definitivamente el problema original con el tratamiento localizado?
Probablemente
no. Si hay un problema de coordinación en la familia articular, el problema del
hombro no es más que la punta del iceberg.
Sé que
esto suena terrible. ¿Cómo podemos coordinar todas las articulaciones
“correctamente”? y ¿quién tiene el tiempo para aprender a hacerlo?
No te
preocupes, por suerte la coordinación de nuestras articulaciones no es algo con
lo que tenemos que meternos directamente.
La
coordinación es algo que nuestro sistema neuro-motor hace constantemente y por
cuenta propia con lo que tiene disponible en cuanto a información sensorial
(tanto externa como interna), información conceptual (nuestras ideas
subconscientes sobre nuestros cuerpos y sus posibilidades de movimiento) y las
capacidades reales de movimiento en todas nuestras articulaciones.
Lo que sí
podemos hacer es darle a nuestro sistema información sensorial y conceptual más
precisa y, dentro de lo posible, devolverle movimiento a las articulaciones que
la han perdido.
En
este proceso puede que te encuentres, así como yo descubro cuando trabajo sobre
mi contexto y no sobre mi problema directamente, que al mejorar tu uso y el
funcionamiento de otras partes de tu cuerpo, el problema de tu hombro (o de
cualquier articulación que esté dando problemas) desaparece
“milagrosamente”… y con un poco de
suerte, no vuelve ya más.
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