miércoles, 21 de octubre de 2015
On 15:36 by Unknown No comments
Somos extranjeros en nuestro propio territorio corporal.
Somos el invasor, el colonizador, el foráneo. Somos el tirano; el poseedor y no el poseído.
¿De dónde venimos? De nuestra propia cultura. Somos un
producto de la imaginación cultural. Una historia inculcada que nuestra
sustancia mental se creyó, volviéndose contra sí misma, contra su esencia, su
hogar, su carne.
Pero el cuerpo recuerda, SIEMPRE. El cuerpo no olvida,
el cuerpo está en conexión directa con lo más esencial nuestro.
El cuerpo es a su vez la fuerza y la tierra fértil, donde todo se expresa. La mente brinda
el orden, la dirección, canaliza esa fuerza hacia su destino.
¡Qué fácil es creerse que uno es la fuerza y no sólo
el director! El jinete se cree que el poder del elefante es propio.
Pero el elefante NO OLVIDA.
Hasta que un día, quizás, todo cambia. El sistema del
tirano se revela falible. Un dolor que no se va, un diagnóstico que nos hace
imposible seguir como antes.
Entonces, quizás, llega la humildad de volver al
cuerpo, de lograr el perdón del niño, del perro herido. Recuperar la confianza del elefante. Desaprender los vicios.
Volver a casa.
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