miércoles, 20 de agosto de 2014
Antes
de empezar hagamos
juntos un minuto de quietud interna y externa.
Sentate lo más cómodamente erguido que puedas. Suavizá
los ojos y la mandíbula.
Notá tu respiración. Permití que el aire entre y salga
sin controlarlo, dejando a la respiración ser tal cual es en este momento.
De a poco vamos a soltar lo que estuvimos haciendo antes
de llegar acá: la página web de la que venís, lo que leíste, lo que estabas
pensando.
Toda
acción tiene una inercia.
Somos como un balde lleno de agua. Nos agitamos de acá
para allá y todo nuestro contenido se agita como una tormenta dentro nuestro.
Ahora queremos arrancar algo nuevo, vamos a leer un
nuevo blog, es otra acción distinta a la anterior.
Parar
antes de arrancar algo nuevo nos permite darle su debido espacio (físico,
mental y emocional) a la nueva acción… o simplemente darnos cuenta que no la
queremos o no la necesitamos realizar.
¿Realmente querés leer este blog? No lo sabrás hasta
que pares, dejes que se aquiete la tormenta de actividad residual dentro tuyo y
te escuches.
Por eso dejamos el cuerpo quieto un momento, y traemos
nuestros sentidos hacia el interior. Porque aunque dejemos quieto el balde, el
agua demora un poquito más en aquietarse.
Llevá la atención a los sonidos a tu alrededor, los
que están cerca a no más de un brazo de distancia, y los que están más lejos. Llevá
la atención al sonido más lejano que puedas percibir. Soltá ese sonido y volvé
la atención al espacio alrededor tuyo. Pasá ahora al interior de tu cuerpo. Sentí
los sonidos de tu corazón, tu respiración, tus tripas. Sin perder esa conexión
con tu sonido interno, expandí la atención hasta donde te quede cómodo para leer
el blog.
Con
este acto de parar y volver a ti, te estás preparando para recibir, para
percibir, para notar cómo estás y cómo te sentís con lo que estás leyendo hasta
ahora.
Ya estás reaccionando al estímulo de estas palabras.
Si el agua de tu balde está quieta, podrás notar qué
respuesta estás dando.
¿Qué ola revuelve el agua? ¿Es esa la respuesta que querés
dar? ¿Te sirve para tu objetivo, para encontrar lo que viniste a buscar?
Ninguna
respuesta es correcta o incorrecta. Todas son posibles y válidas. El punto es
si te sirve para lo que querés lograr, o entorpece tu camino.
Quizás tu respuesta te quita energía de tu objetivo,
derivándola a otras necesidades. Quizás esas necesidades son válidas y merecen
ser escuchadas y respetadas. O quizás son parte de un hábito viejo, una
respuesta automática cuya utilidad ya expiró.
Si
lográs ver tu respuesta al estímulo, estás pronto para darle paso a la próxima
acción lógica, orgánica, y en alineación con tu objetivo.
El trabajo con la Técnica Alexander se basa en esta premisa. No podemos
cambiar lo que no vemos. No podemos cambiar lo que no entendemos. Y el primer
paso para cambiar algo, no es hacer algo nuevo. El primer paso es reconocer lo
que estamos haciendo y dejar de hacerlo, y así darle paso a la próxima acción.
Algún día quizás lograremos acompasar el interior con
el exterior. Balde y agua se moverán tan armónicamente que no habrá separación.
Ya no necesitaremos parar el cuerpo para parar el agua. La quietud será parte
del movimiento, y el movimiento de la quietud.
Pero no estamos allí aún. Hoy estamos en el paso uno.
Hoy paramos el exterior, para darle una chance al interior a parar. Y eso está
bien. Eso es el primer paso, y todo camino arranca allí.
Así
que volvé a notar tu respiración. Permití al aire entrar y salir sin
controlarlo.
Ya
estás listo para la próxima acción. Ya preparaste el campo, aquietaste las
aguas externas e internas. Te diste tiempo. Tenés espacio para decidir.
¿Qué
querés hacer? ¿Qué necesitás dejar de hacer para ir en la dirección que querés?
Hasta la próxima.
--
Victoria Stanham, profesora de Técnica Alexander y Pilates.
Estudio movimiento evolutivo, inspirándome en el movimiento orgánico y libre del reino animal.
Mi objetivo es lograr que en el movimiento y en la quietud haya comodidad, eficiencia, elegancia, y equilibrio, según nuestro diseño físico, mental y emocional.
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