jueves, 18 de diciembre de 2014
On 14:51 by Unknown in Aprender a hacer, Crear Espacio, El Uso de Sí Mismo, Principios, Técnica Alexander No comments
La Técnica Alexander se concierne primero con aclarar tu pensamiento para que puedas moverte
en la dirección que deseás, y no en la dirección que tu hábito inconsciente te
llevaría.
Por eso, antes de moverte, haces una micro pausa para
recordarte soltar tus patrones de tensión habitual. Y luego de la pausa es
cuestión de comprometerte con la nueva dirección.
En última instancia, una dirección es un movimiento de
un punto A un punto B. Pero, en la Técnica Alexander, nos interesa sobre todo cómo atravesamos esa distancia.
En términos corporales, ese “cómo” está determinado por un
“movimiento primario” que viene antes de cualquier paso que tomemos en
dirección al punto B. Este “movimiento primario”, que tiene
su manifestación física en la relación dinámica entre
cabeza-columna-costillas-cinturas-miembros, es controlado por dos aspectos
“mentales.”
El primer aspecto “mental” es la conciencia corporal (mapa
corporal). Durante las clases de Técnica Alexander intentamos afinar nuestra
apreciación sensorial de las partes de nuestro cuerpo y su relación
entre sí y con el todo.
El segundo, y más importante, aspecto mental es quizás
particular a la Técnica Alexander.
Habiendo determinado “cómo” queremos viajar de A a B, la
Técnica Alexander se centra en asegurarse que comencemos y continuemos
moviéndonos en esa dirección en las
condiciones que nos establecimos.
Lo que seguro no queremos es que nuestros patrones de tensión habitual nos
asalten en el momento que entramos en acción y deshagan nuestro “movimiento primario.”
Hay infinitas formas de viajar de A a B. El
“movimiento primario” se asegura que lo hagamos de tal manera que no
interfiramos con los reflejos posturales naturales. Alexander lo llamaba
“alargar (y ensanchar) la estatura” que es algo así como decir “descomprimir
las articulaciones para el movimiento” o “crear espacio para que el movimiento
ocurra.”
jueves, 11 de diciembre de 2014
On 9:52 by Unknown in Aprender a hacer, Dirección, El Uso de Sí Mismo, Hábitos, Principios, Técnica Alexander No comments
Dos de los beneficios
principales de la Técnica Alexander son mejoras en salud
y postura. Sin embargo, estos beneficios no son exclusivos de la
Técnica.
El objetivo de la
Técnica Alexander puede describirse como “lograr ligereza
y libertad de movimiento con el mínimo esfuerzo.” Pero aquí tampoco
tiene monopolio la Técnica Alexander.
Lo que distingue a la Técnica Alexander
de otras disciplinas mente-cuerpo no es el resultado final, sino el énfasis que
se pone en cómo llegamos a ese resultado.
La clave está en el PROCESO DE PENSAMIENTO que se utiliza.
Aunque en las clases de Técnica Alexander aprendes
ciertos aspectos anatómicos y fisiológicos del movimiento, estos conocimientos
no son el verdadero corazón del trabajo. En la
Técnica Alexander, cuando pensamos en las estructuras que moveremos, nos
interesa más la claridad de pensamiento y
la intención detrás del movimiento que el movimiento en sí.
El proceso de aprendizaje en la Técnica Alexander se
centra en clarificar
el proceso de pensamiento que lleva al movimiento. Alexander lo
llamaba “agilizar la mente consciente.” Trabajamos con las capacidades mentales
de razonamiento, discriminación, creatividad y decisión.
Cuando nuestros cuerpos no responden a nuestros deseos conscientes no siempre se debe a un
impedimento estructural, sino a que tenemos deseos
inconscientes que están en conflicto con nuestros deseos conscientes. Estos
“deseos inconscientes” se manifiestan en patrones de tensión muscular.
No nos damos cuenta de esto porque nuestros deseos inconscientes
han estado allí tanto tiempo que ya se han vuelto parte de nuestra “definición
personal.” Para ir en una nueva dirección
consciente tenemos que primero reconocer la dirección en las que ya estamos
yendo inconscientemente… y soltar ese deseo.
De esto se trata la Técnica Alexander: Si deseas ir a
la izquierda, primero debes parar para recordarte soltar tu hábito de siempre
ir a la derecha. Porque si te mandas para la izquierda sin pensar, o sea, sin “inhibir”
tu tendencia de ir a la derecha, acabarás sin ir en ninguna dirección completa
o satisfactoriamente.
jueves, 4 de diciembre de 2014
La mayoría de los deportes y artes tienen una “postura
ideal” para practicarlos. Los libros y artículos sobre ellos te la describen, y
te recomiendan ejercicios musculares que te ayudarían a alcanzarla.
Pero, si identificar visualmente lo que necesitás cambiar y hacer
ejercicios musculares para corregir las desviaciones fuese suficiente, andaríamos
todos derechitos y no habría nadie con dolor de espalda.
Este encare visual y muscular de la postura presenta 3 problemas.
Primero, se asume que quien recibe la instrucción conoce su propio
cuerpo (tiene un mapa corporal claro) y puede adoptar la postura
recomendada sin tensionarse.
Segundo, se asume que quien instruye y quien recibe la instrucción
interpretan sensorialmente los conceptos de la misma manera. Sin
embargo, todos tenemos diferentes definiciones conceptuales y sensoriales de las
distintas partes de nuestros cuerpos (“el cuello” para mí y para ti no son
necesariamente la misma cosa).
Tercero, se asume que tenemos que “trabajar los
músculos posturales” con ejercicios específicos, de lo contrario iremos “en
franco declive” con la gravedad y los años.*
Esta visión no reconoce que es nuestra herencia como
homo sapiens sapiens estar erguidos sin esfuerzo desmedido, siempre
y cuando no interfiramos con el diseño.
Si aceptamos en vez que la naturaleza nos diseñó bípedos
y erguidos,
no deberíamos “aprender” a pararnos derechos. Deberíamos “des-aprender” a
pararnos torcidos.
Como homo sapiens sapiens somos herederos de un
“software” básico para estar de pie y derechos. Este “software” es un conjunto de reflejos que
vamos integrando, con mayor o menor éxito, durante nuestro desarrollo. Pero el
software lo tenemos todos; quizás lo que necesitamos es un poco de
re-programación.
La mejor
manera de trabajar sobre tu postura es primero reconocer qué debes “dejar de
hacer”.
Hay que ir a las causas profundas, a lo que “no se
ve”. El
auto-conocimiento es la base de la buena postura.
* No quiero decir con esto que no se debería hacer
ejercicio para corregir las debilidades musculares que acompañan la mala
postura y la falta de movilidad articular. Lo que propongo es que se trabaje
esta musculatura en función y tomando al cuerpo como un ‘todo’ integrado.
Debemos ser conscientes del equilibrio del cuerpo entero durante el movimiento.
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