sábado, 15 de febrero de 2014
¿Te diste cuenta lo contagiosos que son los estados
mentales?
Pasá diez minutes
con una amiga que está siempre estresada y acabás hecha un torbellino vos,
corriendo como pollo sin cabeza. Si tenés suerte, algo te hace parar y te das
cuenta, “¿por qué estoy tan enloquecida si no está pasando nada?” Si no tenés
suerte, te pasás el resto del día completamente segura que este es uno de esos días en los que todo te sale mal,
todos están en tu contra, la vida es un asco, ¡paren el mundo me quiero bajar…
y quiero mi cama!
La semana pasada
escribí sobre cómo lidiar con la Vida cuando se niega a reconocer (o siquiera ojear) tu plan-perfecto para ella.
Mantenés la calma y recordás tu dirección.
Estuve practicando
lo que prediqué toda la semana (a veces pienso que tendría que callarme la
boca). La Vida estuvo bastante decidida a testear mi temple y mi teoría.
Conclusión: No es fácil corazón; especialmente esa
partecita de “mantener la calma”.
Sin embargo, logré
pasa la prueba, y de recompense la Vida me dio otra pista para descifrar su
misterio. Tiene que ver con cómo mantener la calma cuando todo y todos se niegan a
cooperar con tus planes.
Te voy a dar gratis
el trencito para pasar la prueba. Pero, te aseguro, que la Vida va a testear tu
comprensión cabal de la lección de todas formas… es una de esas maestras a las que no se les escapa nada (de esas que tienen
ojos en la nuca o qué se yo).
Resumidamente: Mantenés la
calma al ver el contexto mayor.
No te preocupes, te
lo explico.
Toda la magia gira
en torno a la partecita esa de mantener
la calma.
¿Por qué tenés que mantener la calma?
Porque es la única manera de realmente recordar tu
dirección.
Si no estás en calma
te puede parecer que te estás acordando de tu dirección. Pero en verdad lo que
estás haciendo es HACER los ítems en tu lista de tengo-ques, convencida que si
tachás todos los ítems de la lista vas a llegar a tu dirección.
Esto quiere decir
que estás un poco confundida sobre qué es tu dirección.
Tu dirección NO es tu destino o meta (o sea, no es algo que sucederá entonces, es algo que sucede
ahora).
Tu dirección NO es la ruta en la que estás viajando (o sea, no son los ítems en tu lista de tengo-ques lo
que te llevan en tu dirección).
Tu dirección es tu estado mental (o sea, el cómo estás llegando a tu destino, la forma
en la que estás encarando cada ítem en tu lista de tengo-ques).
Tu dirección es como tu propósito de vida: quiero recuperar y ocupar todo mi espacio
disponible, quiero hacer las cosas con facilidad y disfrute, quiero estar
contenta de estar viva, quiero estar totalmente enamorada de lo que hago sin
importar lo que sea.
Es dentro de esta mentalidad abarcativa que tus
tengo-ques se hacen.
Podés hacer todo en tu lista de tengo-ques de cualquier manera, de cualquier manera… pero es el cómo lo que hará de tus actividades un
viaje por el Cielo o un paseo por el Infierno.
Así que repito, necesitás mantener la calma para
recordar tu dirección.
¿Qué significa “mantener la calma” en términos
prácticos?
Mantener la calma significa sentir dónde estás.
Sentir significa abrir tus sentidos (o sea, suavizar tu foco, ampliar tu perspectiva,
encontrar los puntos luminosos, ver las cosas en su contexto).
Aprender a parar y encontrar tu dirección dentro del contexto
más amplio lleva tiempo, paciencia, práctica y una fuerte determinación a vivir
tu vida de una manera diferente.
El stress de los otros es contagioso. Yo sé que yo absorbo rápidamente los estados de ánimo
de quienes me rodean. Puede que me levante fantástica por la mañana, pero en
algún momento olfateo el stress de mi pareja, el guarda del bondi, o el vecino
malhumorado en el ascensor, y listo, de repente estoy atrapada en lo eterno de
mi lista de tengo-ques para ese día. Tanto para hacer entre ese momento y poder
finalmente apoyar mi cabecita en la almohada: laburo, llamadas, lavar la ropa,
el baño, cocinar, las compras, interrupciones, etc. etc. etc.).
El punto que quiero dejar claro es que vos podés
lidiar con la mayoría de las cosas en tu lista de tengo-ques sin problema. Es más, lo hacés cada día de tu vida y todavía estás
acá, leyendo el blog, no te mató. Lo que
te está matando no es la lista de cosas para hacer, es el germen de stress que
se te pegó en algún lado.
Bueno, vas a tener que estornudarlo para sacarlo de tu
sistema.
Estornudar es una
forma de respiración de alto impacto que saca a colados de tu sistema de un
soplido. Tenés que metafóricamente estornudar al germen del stress.
Guía para liberarse del germen del
stress y vacunarse contra futuros focos de contagio.
1. Date cuenta que estás estresada.
Esta es la parte
fácil; probablemente ya sabés como se siente el “stress” en tu cuerpo.
2. Volvé a tus sentidos.
Sentí tu cuerpo,
soltá la tensión en tus pies, tus isquiones (los huesitos sobre los que te
sentás), tus axilas (sí, en serio, las axilas, ¡a que las tenés apretadas y no
te diste cuenta nunca!), tus manos, tus ojos, tu cara y tu mandíbula.
[Y para los que vinieron a los talleres de postura CONECTÁ TUS CRUCES y soltalas]
[Y para los que vinieron a los talleres de postura CONECTÁ TUS CRUCES y soltalas]
3. Mirá al problema dentro de su contexto más amplio.
Esto es parecido a
cómo sacarle el factor de miedo a una película de terror mediate el viejo truco
de abrir el campo visual para incluir el marco de la pantalla, el cuarto donde
está la pantalla, y la gente alrededor tuyo. De repente la película de terror
no es más que una película, algo que está pasando en un cuadrado plano en
frente tuyo, pero no en el resto del cuarto.
Yo aplico esta
técnica literalmente para salir de la espiral de descontrol, cuando entro en
discusión con alguien y la cosa empieza a ponerse acalorada. Simplemente es
imposible odiar a alguien cuyo pelo acaba de iluminarse con un rayo del sol
poniente en una tarde de verano, no importa cuánto este gritando y gesticulando
la persona en cuestión… ahora es parte de un cuadro más grande, como una
pintura. Y es imposible que hayas notado la belleza del cuadro si no hubieses
abierto tu foco para incluir al sol que se escondía en el horizonte.
4. Respirá tranquila absorbiendo la vastedad de todo
lo que te rodea.
Date cuenta que no
podés controlar la Vida… es más, no podés si quiera comprenderlo en su
totalidad ni tu lugar en la trama. Tu lista de tengo-ques no significa nada en
esta vastedad y no te llevará a ninguna parte; pero igual tiene que hacerse. Todo lo que podés hacer es elegir tu
dirección, tu estado mental, cómo querés hacer eso que te toco hacer, y fluir.
5. Fortalecé tu dirección con la práctica.
Tenés que practicar
esto de volver a tus sentidos, hasta que puedas mantener firme esa nota musical
de calma dentro tuyo, incluso en medio de actividad frenética. Entonces
encontrarás que el stress de los otros no se te pega más (o al menos no por
mucho rato… pasa flotando como una nube en el cielo). Y lo mejor de todo es que
te habrás convertido en el germen contagioso de la felicidad que el mundo tanto necesita.
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Image credits:
"Metallic
Compass" by digitalart / freedigitalphotos.net
"Happy
And Sad Smileys Showing Emotions" by Stuart Miles / freedigitalphotos.net
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