jueves, 10 de agosto de 2017


Las primeras dos semanas de julio estuve en Perú, caminando por las gloriosas montañas del Valle Sagrado. Fueron varios kilómetros de subidas y bajadas, escaleras y caminitos, y todo a más de 3000m de altura. En esos días pude experimentar en mí misma la utilidad o inutilidad de varias ideas sobre alineación y movimiento eficiente que he aprendido en mis más de 10 años de práctica de movimiento somático.
Esto es lo que saco en limpio de mi experiencia.

1. Las articulaciones comprimidas por una postura desalineada y sometidas al impacto repetido del peso total del cuerpo, son una vía segura al dolor.

Amo caminar en la naturaleza, pero a medida que se sumaban los kilómetros y los días, amagaban con aparecer dolorsillos.

Cuando la transmisión de la presión del peso del cuerpo desde la cabeza hacia los pies y de la contrapresión que sube de los pies hacia la cabeza, se veía interrumpida en articulaciones comprimidas y desalineadas, aparecía el dolor.

La compresión de las articulaciones podía deberse a factores externos como un zapato que apretaba demasiado o una mochila muy cargada y poco equilibrada; o a factores internos como mi propia desalineación postural sea por cansancio, apuro, hábito o pereza.

El problema con la compresión es que, de mantenerse en el tiempo, generaba dolor, y el dolor generaba a su vez otras adaptaciones de la alineación corporal que intentaban proteger la zona sensible de futuros impactos, lo cual distorsionaba aún más mi postura.

2. Caminar sin tensión requiere de un movimiento fluido alrededor de un eje alineado.

Cuanto más se desalineaba mi cuerpo de su eje más interfería con la coordinación de un movimiento armónico y fluido. Un movimiento fluido requería un eje estable que generara las condiciones para que mis piernas y brazos pudiesen moverse con soltura y generar la fuerza necesaria en el momento justo.

Cuando el peso de mi cabeza no estaba alineado sobre mi columna, mi cuello colapsaba hacia adelante, aumentando su curvatura. La musculatura posterior y lateral de mi cuello y de mis hombros se contraía para sostener el peso considerable de la cabeza (4,5kg) y así mantener los ojos alineados con el horizonte.

Por lo general trato de ser consciente de cuánto comprimo el cuello, acortándolo en mis movimientos cotidianos. La importancia de esta auto-observación es una de las primeras cosas que me enseñaron cuando comencé a tomar clases de Técnica Alexander… Y como ven es un trabajo de auto-observación que no acaba nunca.

3. Tendemos a olvidar que el cuello es parte de la columna.

Gran parte de la desalineación del eje del cuello tiene su origen en ideas inconscientes que tenemos sobre nuestra anatomía y su mecánica, y que poco tienen que ver con cómo son las cosas realmente.

Existe en casi todos nosotros una gran desconexión entre lo que pensamos que hacemos, lo que sentimos que hacemos y lo que realmente estamos haciendo mientras nos movemos.

Cuando pensamos en el cuello tendemos a focalizarnos en la parte visible que va de los hombros al mentón y a la nuca. Por consiguiente, todos nuestros esfuerzos por corregir la alineación de nuestro cuello o por solucionar sus molestias se centran en esa pequeña porción visible de su anatomía.

Lo que noté en mí fue que cuando recordaba que el cuello es una continuación de mi columna vertebral (que arranca en el cóccix y llega hasta la cabeza) percibía una mayor integración de todo mi cuerpo en cada movimiento.

4. El mayor problema del cuello no es la falta de flexibilidad sino la falta de estabilidad.

Para lograr que mi columna funcione como un eje estable que transmite las fuerzas que lo atraviesan sin colapsarse, tenía que poner atención en alinear mis vértebras de una forma orgánica, sin forzar pero con intención clara, y mantener esa alineación durante el movimiento.

Cuando las vértebras de mi cuello se alineaban con el resto de mi columna, el cuello podía transmitir efectivamente la presión que surgía del impacto de mi pie en el suelo, hacia mi cabeza sin colapsar su curva.

5. Para aliviar el cuello, la postura total del cuerpo necesita reorganizarse.

Corregir mi cuello desde el cuello mismo no me llevaba a ningún lado. Para solucionar mis tensiones de hombros y cuello tenía que mirar que estaba haciendo el resto de mi cuerpo, de la cabeza a los pies. Sobre todo, tenía que mirar qué partes no se estaban involucrando en el movimiento general del cuerpo, qué partes estaban rígidas y se movían en bloque sin dejar que la onda de la propulsión las articule secuencial y proporcionalmente.

Al final de cada caminata, o en los momentos de descanso, si notaba que me dolían cuello u hombros, hacía algunos movimientos suaves que buscaban devolverle movilidad a las zonas que se habían rigidizado, y la sensación de soporte a las zonas (como el cuello) que se sentían sobre exigidas. Luego de estos movimientos, y al volver a caminar, notaba una distribución del trabajo y del movimiento más equilibrada, más equitativa en todos los segmentos de la columna y las articulaciones de los miembros.

En resumen, para corregir efectivamente la alineación del cuello debemos tomar en cuenta a la columna en su totalidad.