viernes, 27 de enero de 2017
Técnicas somáticas son aquellas que consideran al
cuerpo desde su experiencia y regulación ‘desde adentro’, a diferencia de la
mirada más tradicional que toma al cuerpo como una ‘máquina’, separada de la
mente y la imaginación creativa.
Las técnicas somáticas se centran en la pregunta de
cómo la conciencia habita el cuerpo vivo (el término deriva del griego ‘somatikos’, de ‘soma’: persona viva, consciente y encarnada) y estudian al ‘ser’ desde la perspectiva de la propia
experiencia vivida en cuerpo, psique y espíritu.
Las técnicas de educación somática del movimiento
intentan despertar la consciencia del propio cuerpo en y a través del
movimiento. Son ejemplos de técnicas somáticas la Técnica Alexander, el Método
Feldenkrais, el método de Movimiento Inteligente de Ruthy Alon, entre muchas
otras.
El Método Pilates puede ser tanto una técnica somática como un sistema
de ejercicio físico, según cómo se encare su práctica.
domingo, 22 de enero de 2017
Estoy de semi-vacaciones hasta fin de mes y esto me deja suficiente tiempo y energía para empacharme diariamente de movimiento en todo su espectro: desde el ejercicio físico puro y duro (correr y ejercicios de fuerza, potencia, y velocidad), pasando por el Pilates en sus versiones de mat y aparatos, y finalizando con procesos de Bones for Life (práctica netamente somática de conciencia y escucha corporal).
Estos
tres puntos del espectro del movimiento desafían a mi cuerpo, mente y espíritu
desde diferentes ángulos.
El
ejercicio físico más clásico, con su énfasis en la velocidad, intensidad y
potencia no me da suficiente tiempo para “pensarme” y me obliga a confiar en la
organización postural que ya tengo integrada. Esto quiere decir que también
revela los lugares donde no la tengo tan clara. A su vez, me pone en un estado
psico-físico muy diferente al que accedo desde las prácticas más “suaves”,
recluta mi energía “yang” por así decirlo.
En
contrapunto, los procesos somáticos, con su énfasis en la conciencia, el “menos
es más” y la escucha profunda me obligan a notar las consecuencias en todo mi
ser de cada acto, cada movimiento, cada esfuerzo, para poder soltar lo que no
es necesario y lo que me lleva en direcciones opuestas a mi objetivo. Las
prácticas somáticas son momentos de mucha “honestidad”, donde tengo que
reconocer lo que está ahí y lo que no, es permitirle a mi soma expresarse sin
imponerle mis pre-conceptos, es dejarme sorprender por lo que me muestra.
En un
punto medio, el Pilates ocila entre ejercicio físico conciente y conciencia del
físico en el ejercicio... según como uno quiera prácticarlo. El foco principal
del Método Pilates es lograr espacio, flexibilidad y estabilidad en la columna
vertebral a fin de darle espacio a la respiración y los órganos durante el
movimiento.
Practicar
Pilates es aprender a moverse sin perder ese espacio vital. Esto requiere
“pensar” para moverse, organizar el cuerpo desde adentro. Pilates no son los
ejercicios que se practican, sino cómo y con qué objetivo se ejecutan esos
ejercicios.
En
conclusión, Pilates, para mí ha sido siempre mi sala de ensayo y mi laboratorio
de práctica, tanto para las técnicas somáticas con las que estoy vinculada, así
como para las formas de ejercicio físico más duro que practico. Pilates me da
ese punto medio, esa sensación suprema de la organización psico-física profunda
en movimiento y el deleite de desafiarme a ir más allá de lo que creo que puedo
hacer.
- Victoria
sábado, 14 de enero de 2017
A veces
no sabemos si el cambio es el correcto, y no tenemos feedback inmediato de que
vamos bien rumbeados... o el feedback parece negativo.
Estoy
(re)aprendiendo a correr utilizando los principios de The Art of Running, el
método de Corre-Camina-Corre de Jeff Galloway, la física de Pose Method y
ciertas modificaciones que deducí de mi experiencia con los principios de
organización postural de la Técnica Alexander, el Método Pilates y el método de
Inteligencia del Movimiento de Ruthy Alon. Creo firmemente en la validez de
todos los principios de estas técnicas y su utilidad para lograr una mejor
organización de mi cuerpo y mente en la acción.
Sin
embargo me estoy encontrando que corro más lento que antes, y esto me resulta
muy frustrante. Por un lado confirmo que corro sin dolores: no se inflama mi
tendón de aquiles tanto como antes, no tengo dolor en mi banda iliotibial
izquierda ni molestias en mi flexor de cadera,
no me canso, y jamás me duele nada después de correr aunque no estiro ni
antes ni después (esto último de perezosa nomás). Pero por otro lado me
encuentro que mis tiempos en los 5k se volvieron mucho más lentos.
Esto me
deja en una encrucijada, ¿volver a la forma anterior antes de adquirir hábitos
nuevos, o seguir con el experimento? También entran los miedos. ¿Estaré en lo correcto? ¿Y si estoy haciendo
todo mal y encima me estoy llenando de hábitos raros?
Quizás
es hora de replantearse los objetivos y las metas a largo plazo. ¿Quiero ser
rápida o poder correr por mucho tiempo? ¿Qué estoy dispuesta a sacrificar, y
qué no, en pos de mi objetivo principal?
Esta es
una situación bastante común cuando empezamos a encarar la vida desde la
somática. La somática plantea una forma totalmente diferente de enfrentarse a
los desafíos físicos y mentales. Por lo tanto los parámetros viejos de medición
de eficiencia no siempre son los adecuados.
Esto da
miedo al principio, hasta que aprendemos a confiar. Y aprendemos a confiar
porque vemos resultados. Y vemos resultados porque nos mantenemos firmes en el
nuevo camino.
Quizás
elegimos un nuevo camino sólo cuando nos damos cuenta que el viejo ya no nos
está llevando a dónde queremos, y la única opción es cambiar algo. Cambiar algo
a veces significa retroceder por un tiempo antes de avanzar. Hay que desarmar
lo viejo antes de armar algo nuevo. Quizás no hay que desarmarlo todo, pero
algo siempre hay que reconfigurar. Después de todo, nuestras ideas ya se han
vuelto cuerpo, y no basta cambiar la idea si el cuerpo no cambia. En los
hechos, si el cuerpo no cambia, entonces la idea no ha cambiado tampoco.
¿En qué
confiar entonces? Hay que confiar en los principios. O confiar en el profesor o
mentor que te inspira. O simplemente tocar fondo y confiar que peor que donde
estamos hoy no podemos estar, y que el cambio es todo lo que nos queda para
salir de allí.
En
resumen, el cambio requiere confiar en algo.
- Victoria Stanham
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